Carlos Maribona el 19 nov, 2005 Mientras esperamos a ver qué pasa con la GuÃa Roja Michelin de España (filtrada por cierto a un periódico catalán, luego dicen en Michelin que somos duros con ellos), y también con las guÃas nacionales (Gourmetour se presenta el miércoles 23, Campsa el dÃa 30) para emitir un juicio sobre las calificaciones de este año, hoy viernes toca hablar de un buen restaurante. Nada que ver con ese Lágrimas Negras del otro dÃa. Del negro al blanco. He cenado en Sacha (Juan Hurtado de Mendoza, 11. 91 345 59 52) y tengo que decir que hace bastante tiempo que no comÃa tan bien en un restaurante de Madrid. Frente al pseudomodernismo imperante, una cocina tradicional, convenientemente actualizada, hecha con inteligencia, con sensatez y con técnica. He comido mucho (a la vista está) y en muchos sitios y ya me impresiono pocas veces. Pero la otra noche volvà a sentir esa sensación de que lo que estás cenando no se te va a olvidar nada más salir por la puerta. Sacha Hormaechea, continuador de una saga familiar, dirige perfectamente su pequeño y acogedor bistrot (sólo una pega, es un poco incómodo). Les cuento: ostras escabechadas, un plato de siempre, y siempre perfecto; sencilla brocheta de buenas zamburiñas; erizos en una especie de ligero ravioli de pasta, puro sabor a mar; berberechos simplemente salteados unos segundos en la sartén; unas patatas con nÃscalos inolvidables (y no tanto por las setas como por las patatas); un arroz con setas; unas alcachofas fritas impecables; unos riñones con arroz blanco magnÃficos en su sencillez. No se asusten. Éramos siete en la mesa. En cualquier caso, estamos hablando de una cocina de siempre, ténicamente impecable y sencilla (la sencillez es hoy dÃa lo más difÃcil de encontrar en una cocina que tiende a complicarse innecesariamente). De verdad, un diez. Otros temas Comentarios Carlos Maribona el 19 nov, 2005