Tan amortizadas parecen las elecciones en ciernes que brillan en el debate las grandes cuestiones, por su ausencia naturalmente. Nada bajo el sol, más allá de lugares comunes y picardías de medio pelo, entre lo insidioso y lo chusco, que el candidato gubernamental desgrana con evidente desgana. La canción, pura salmodia, habla de ricos, de su egoísmo frente a nuestra solidaridad, para ellos cuanto peor mejor, y demás bobadas impropias de un titulado superior.
El adelanto, veinticuatro horas antes de ser aprobado, que el PP ha destilado de su pensamiento fiscal quizá abra un nuevo tiempo de debates más fundados, o no. Porque el equipo Pérez Rubalcaba se ha apresurado a descalificarlo con el gran argumento de que es de derechas, injusto, y “lo que oculta es antisocial e insolidario”.
¿No es genial la capacidad de auscultación del segundo de la señora Valenciano para desentrañar lo oculto hasta poder calificarlo de insolidario? Poca esperanza pues en que el común pueda comparar propuestas y, sobre todo, lo que realmente subyace en ellas.
Cuando el partido de Rajoy propone modernizar el IRPF para potenciar el ahorro, por ejemplo, está dando en la diana, porque esa, la carencia de ahorro, es una de las bases de la ruina nacional.
Cuando dice que simplificarán los tipos de contratos laborales y la negociación colectiva para crear expectativas de flexibilidad y estabilidad a trabajadores y empresas, está rompiendo otro nudo de la ruina nacional, el que inmoviliza fuera del sistema a cinco millones de personas.
Cuando anuncia una elevación de los mínimos familiares en el impuesto sobre la renta de las personas, o bajar en el de sociedades al 20% el tipo aplicable a pequeñas empresas, por ejemplo, está liberando recursos que en manos de la Administración seguirían destinados a satisfacer los costes de la ruina: prestaciones al desempleo y servicio de la deuda.
El propio candidato socialista podría explicar a sus huestes que la dichosa ruina ha ido engordando gracias a la receta contraria, la que su gobierno ha venido manteniendo incluso después de ser consciente de la crisis.
Podría explicarles que la inversión sale del ahorro, y que ahorra quien tiene capacidad para ello, y que más ahorra y por ende más invierte quien más tiene. Y que hoy comienzan a ser ricos quienes tienen trabajo, sean empleados o emprendedores que se lanzaron al agua por su cuenta y riesgo. Y que todos son trabajadores. Y que lo demás es demagogia.
Resulta impensable esperar que explicara todo lo anterior en un mitin; pero hombre, a su equipo ¿por qué no? Evitaría que con cada salida de pata de banco pierdan más electores potenciales, esos que ya no saben dónde ni cómo encontrar.
PolÃtica