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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El infinito de la lectura

La obra de Irene Vallejo «El infinito en un junco», que recorre la invención de los libros en el mundo antiguo, se ha convertido en un imprescindible del ensayo español

Pablo Delgadoel

La lectura de todos los buenos libros es como una conversación con las personas más valiosas de los siglos pasados que fueron sus autores y de los actuales que todavía viven. El sencillo acto de leer, nos hace mejores, como dejo escrito Marcel Proust, «es ese milagro fecundo de una comunicación en el seno de la soledad». Las personas leen para aprender, para entretenerse, para retener lo que se ha leído y transmitirlo. Para esa persona, el libro es un ídolo móvil, al que adora por si mismo y comunica una dignidad ficticia a cuanto le rodea.

El hecho de leer, incluso se puede convertir en un vicio, como decía Edith Wharton: «ningún vicio es tan difícil de erradicar como aquellos que el vulgo considera virtudes. Y entre éstos destaca la lectura. Por lo general se admite que leer basura es un vício, sí,  pero hoy en día a la lectura en sí misma se la coloca a la misma altura que algunas virtudes tan socorridas como el ahorro, la sobriedad, madrugar o hacer ejercicio». Pero es algo más que una trivialidad en la rutina. Para ello, contribuyen libros de una inteligencia, un rigor documental y de una prosa maravillosa como el que nos ha proporcionado Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) con El infinito en un junco (Siruela).

Premio Nacional de Ensayo 2020, entre otros muchos que ha recibido. La obra de Vallejo se ha convertido en un bestseller que con el tiempo será un longseller que permanecerá siempre en las librerías y bibliotecas de todos aquellos amantes de los libros, y sobre todo, de los buenos lectores. Una obra original, de la que ya se ha hablado largo y tendido. Eso no significa que haya que dejar de hablar de ella, todo lo contrario, por mucho que se haya hecho ya. Hay que seguir.

La autora zaragozana nos lleva por un recorrido trepidante por la historia de los libros y la escritura, atravesando los tiempos del antiguo Egipto y los rollos de papiro, pasando por Grecia y Pérgamo, por Alejandro Magno y la creación de la Biblioteca de Alejandría, hasta llegar a la grandiosa Roma y las creaciones de los primeros libros (en su formato) a lo que más se parecen hoy a través de los llamados códices, que «hasta la invención de la imprenta, los libros fueron objetos artesanales, es decir, de laboriosa fabricación, únicos e incontrolables. Copiados uno por uno, a demanda, muchas veces en el propio hogar del lector por mano de sus esclavos privados», en la época romana, afirma Vallejo.

Un libro de viajes por el mundo antiguo, con el libro y la palabra como contexto unificador de la historia, de cómo se empezó a transmitir y a formar «nuestro aliado, desde hace muchos siglos, en una guerra que no registran los manuales de historia. La lucha por preservar nuestras creaciones valiosas: las palabras, que son apenas un soplo de aire; las ficciones que inventamos para dar sentido al caos y sobrevivir en él; los conocimientos verdaderos, falsos y siempre provisionales que vamos arañando en la roca dura de nuestra ignorancia», escribe Vallejo.

Una obra mágica que una vez leída nos hace valorar mucho más cuando abrimos un libro y empezamos a sumergirnos en su lectura. Un ensayo que explora el misterioso surgir de la escritura y la sed de libros. Una indagación sobre el origen de este invento fascinante que ha protegido a las palabras en su travesía por el espacio y el tiempo. Una ruta con escalas en los cañaverales de papiro junto al Nilo, en las primeras librerías, en las más antiguas escuelas, en los palacios de Cleopatra, en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron remotos libros prohibidos, en los pórticos donde anónimos lectores descubrieron la pasión de leer, en la grupa de inquietantes jinetes a la caza de manuscritos, en la Villa de los Papiros horas antes de la erupción del Vesubio y en el escenario del crimen de Hipatia. Un itinerario por los caminos tortuosos y extraños que conducen desde las primitivas tablillas de arcilla a la Biblioteca de Alejandría. Es, a la vez, un relato íntimo entreverado con evocaciones literarias, vivencias personales y antiguas historias siempre vigentes: Heródoto, Aristófanes, Tito Livio, Sulpicia.

Una reflexión didáctica y enriquecida sobre el valor de los clásicos, en la que «los libros tienen voz y hablan salvando épocas y vidas». Una obra con un valor proporcional a lo que podría llamarse su plasticidad: su calidad de ser todo para todos, para ser moldeados por el impacto de un conocimiento esencial y necesario en donde encontrar nuevas formas de pensamiento. Un libro que abre grandes ventanales al conocimiento de los clásicos, aportando una gran respuesta a esa pregunta de ¿por qué deberíamos ser todos lectores? Para así, no solo llegar a ser grandes lectores, sino lectores reflexivos y llenos de virtudes, aparcando de esta manera a ese lector mecánico que olvida todo aquello que ha leído.

En definitiva, una gran obra que seguro seguirá cosechando éxitos (y no solo en España), por su gusto en la escritura y cómo lo trasmite la autora que va guiando al lector aventurándolo más allá del propio libro, en concreto, en busca de cualidades que agrupan a distintas épocas de la historia, brindando el placer de selección que brinda un placer mayor y mucho más concreto, el vicio de leer y seguir leyendo esta obra, una pena que como todo (o casi) tiene que parar y terminar.

El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo // Irene Vallejo // Editorial Siruela // 4ª edición // 2021 // 24,95

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