En la primera mitad del siglo XX, en los Estados Unidos, los editores de libros de entonces no siempre tenían mucho interés en los libros como tales. «Fabricaban» un cierto número de títulos al año, los anunciaban, vendían el mayor número posible de ejemplares y volvían a hacerlo al año siguiente. Pero un día se produjo una revolución. El 19 de junio de 1939, un hombre llamado Robert de Graff lanzó Pocket Books. La primera línea estadounidense de libros de bolsillo para el gran público que transformó la industria.
Fue un vehículo de ilustración social y cultural. Los editores de las antiguas editoriales de tapa dura consideraban que los libros de bolsillo eran un fenómeno comercial de poca monta, como las revistas pulp y los cómics con los que se distribuían. Los críticos los ignoraban o los atacaban por considerarlos una diversión de baja estofa y políticamente retrógrada. De encuadernación en rústica, barata y de consumo popular, los pulps dieron origen al término pulp fiction (ficción pulp) para referirse a la literatura popular y de baja calidad. Aunque muchos escritores respetados escribían para los pulps, las revistas eran más conocidas por su temática morbosa, explotadora y sensacionalista que incluso grupos religiosos y cívicos hicieron campaña para regularlos o prohibirlos.
Se sentaron las bases (después de los Chandler y Hammet de turno), para que llegasen escritores con nuevas propuestas para un género literario al que se consideraba fácil y simple, pero que el tiempo y las obras literarias han demostrado que se puede encontrar un gran nivel en las tramas policiacas propuestas.
Es lo que ocurre cuando descubres a Donald Westlake (Nueva York, 1933- México, 2008) un prolífico escritor estadounidense de novelas policíacas que publicó cerca de 100 libros. Fue uno de los grandes de la ficción de género negro, llegando a ganar tres veces el codiciado premio Edgar de los Escritores de Misterio de América, en tres categorías diferentes: a la mejor novela, al mejor relato corto y al mejor guión; y cuenta entre sus varios seudónimos con el más hardboiled de los hardboiled, uno de los nombres más oscuros y queridos de todo el género negro, el de Richard Stark.
Más de 15 de sus libros han sido llevados al cine. Además, escribió varios guiones, entre ellos el de Los timadores, que fue nominado al Oscar en 1991. Desde su primera novela, Los mercenarios (publicada en 1960), Westlake había escrito con su propio nombre y varios seudónimos, como el mencionado Richard Stark, o Tucker Coe, Samuel Holt o Edwin West. A pesar de la diversidad de seudónimos, la mayoría de sus libros compartían una característica: estaban ambientados casi todos en Nueva York, su ciudad natal.
Utilizó diferentes nombres, en parte, para combatir el escepticismo sobre su rápido ritmo de escritura de libros. Escribiendo como Stark, entre 1962 y 1974 produjo no menos de 20 novelas protagonizadas por un criminal de carrera, un ladrón, una especie de antihéroe que solo mataba por necesidad imperiosa, conocido como Parker.
«Su rostro era un pedazo astillado de granito con ojos de ónice tosco. Su boca era un tajo repentino, exangüe», se nos dice de este gran antihéroe en el libro original de Parker, El cazador (más tarde rebautizado por la adaptación cinematográfica de John Boorman y protagonizada por Lee Marvin, como A quemarropa, y más tarde aún, por desgracia, rebautizado como Payback, después del remake de Mel Gibson de la película de Boorman). «Voy a beberme su sangre», dice Parker de un enemigo en su primera aparición. «Voy a masticar su corazón y escupirlo en la cuneta para que los perros levanten la pata. Le arrancaré la piel, le arrancaré las venas y le colgaré de ellas». Pero se contenta con estrangularlo con sus propias manos.
Además Westlake utilizó su propio nombre para escribir sobre un criminal involuntariamente cómico llamado John Dortmunder, y como Richard Stark escribió esta famosa serie de Parker que fue adaptada al cómic por el dibujante Darwyn Cooke y ahora vuelve a recuperar Astiberri en formato integral, en una magnífica y lujosa edición, cargada de extras entorno a las obras de Westlake y del propio Cooke.
Una adaptación que quedó interrumpida por la repentina muerte en México cuando Westlake estaba de vacaciones y estaban a punto de publicar el primer libro. Cooke hizo varias adaptaciones pero tampoco pudo terminar la saga por su muerte. Una pena no poder ver y disfrutar de todas las obras que tenia previsto adaptar Coke de Parker.
Esos atracos de altos vuelos de un criminal traicionado muchas veces y dado por muerto casi otras tantas, que se dedica a robar el dinero sucio de los mafiosos y a eludir su venganza. En una atmósfera por momentos glamurosa y fúnebre, en estas densas tramas con un estilo años sesenta, la mayor parte de las escenas que se desarrollan en tiempo presente están plasmadas de una manera muy austera, impulsadas por los diálogos y los dibujos. La narración dinámica queda reducida a los elementos de la trama y caracterización puramente esenciales para seguir la historia de forma limpia y trepidante, hacen todo ello un conjunto trepidante que engancha al lector.
Distribuido el cómic en dos tomos. En el primer tomo incluye, además de las adaptaciones de El cazador y La Compañía, la transcripción de la entrevista en la que Darwyn Cooke habla de su admiración por Stark con Ed Brubaker y Tom Spurgeon, así como diversas ilustraciones inéditas. En el segundo con el que se completa el integral de las adaptaciones, presenta más de cien ilustraciones de Parker inéditas; una mesa redonda con Ed Brubaker, Sean Phillips, Bruce Timm y Scott Dunbier sobre Parker y Cooke; las adaptaciones de El golpe, Matadero y El 7éptimo; y una historia totalmente nueva de 17 páginas realizada por Ed Brubaker y Sean Phillips, ganadores de varios premios Eisner.
Una ocasión excepcional para disfrutar del estilo cinematográfico de la narrativa de Westlake, junto con sus tramas cuidadosamente elaboradas y sus diálogos nítidos todo ello combinado con el gran dibujo y adaptación de Cooke que logra transmitir una sensación de urgencia casi desmañada y orgánica en la que de forma magistral aplica el bitono en la viñetas que traslada al lector a una atmósfera gráfica oscura y esplendorosa al mismo tiempo, en los que los detalles impregnan el cómic en el que hay un tío que está ahí, no para montar un pollo, sino para hacer su trabajo.
Una esplendorosa adaptación realizada por Cooke, con una mirada cercana a la mente de un escritor policiaco, enormemente divertido e ingenioso que lo mantiene fiel a su definición de lo que hace a un gran escritor: pasión, más oficio.
Parker. Integral. Tomo 1 y 2 // Darwyn Cooke // Astiberri // 2021/2022 // 3o euros Tomo 1. 36 euros Tomo 2
Cómic