Un acto de poder, no de justicia, ha sido la reactivación del terrible proyecto de rescate del galeón San José por parte del presidente colombiano -cuando solo le quedan cuatro días en el cargo- Juan Manuel Santos. Perderá mucho Colombia con la soberbia del empeño en excavar un galeón para que la mitad de sus bienes vayan a manos de cazatesoros apoyados por una trama de financieros británicos que nada tienen que ver con la ciencia ni la arqueología. Aquí no es la ciencia la prioridad, por más que se repita. Perderá la comunidad iberoamericana de naciones por la implantación de un modelo de explotación comercial del patrimonio muy atrasada, propia del siglo XIX en pleno siglo XXI. Perderán incluso las comunidades indígenas de América que verán un patrimonio relacionado con su pasado y que debe tratarse con dignidad disuelto en el mercado y en manos de particulares que nada aprecian nuestra historia.
El discurso de Santos ha logrado engañar a medio mundo, y eso debemos reconocerlo. Ha sido audaz y maquiavélico. Ha implantados falsos paradigmas que debemos denunciar una última vez:
1.- El galeón debe ser excavado con urgencia. Nadie ha explicado que es falso que ese yacimiento esté en riesgo de destrucción. Santos sabe que eso no es cierto. Y su coartada científica, el presidente del ICAHN, Ernesto Montenegro, también lo sabe. Montenegro ha demostrado una elástica capacidad para estirar su titulación curricular para alcanzar el puesto en el que Santos le nombró como el mayor experto colombiano en la materia (otra falsedad, perfectamente demostrada) y por eso se explica que asumiera de manera combativa el encargo de sus jefes políticos a pesar de que es diametralmente contrario a la ética científica, como demuestra la posición de la Academia colombiana, la Unesco y las voces de los más reputados científicos del mundo. Excavar en 6 meses el San José es un crimen. La prisa por comenzar era parte del acuerdo, según la ministra de Cultura, Mariana Garcés, dejó firmado en un acta de la Comisión de Patrimonio.
Si no actúa en los próximos días, el nuevo Gobierno de Iván Duque y su ministra de Cultura, Carmen Inés Vásquez Camacho, serán cómplices de esta salvajada denunciada por científicos y por ciudadanos interesado en la ética gestión del Patrimonio y contrarios a los intereses financieros mantenidos en secreto por Santos durante dos años y medio. Duque expresó sus dudas sobre el proyecto de Santos, pero ha elegido para la cartera de Cultura a una mujer que tiene cero experiencia en todo lo relativo al galeón, a pesar de que es, sin duda, el problema más importante del inicio de su mandato. Nada ha gestionado de Patrimonio Cultural, ni tiene formación en arqueología, o museología, ni ciencia. Ha sido viceministra de Igualdad y mucho nos tememos que por eso mismo le pueda dar igual el destino del San José. Para demostrar lo contrario tiene muy pocos días. Antes del día 10 de agosto sabremos quién es la ministra y para qué ha venido. ¿Tiene valor para frenar este despropósito o lo asumirá como una inercia heredada a pesar de los dudosos fines que revela?
2.-El proyecto tiene coste cero para Colombia. ¿Cómo no salta a la vista esta mentira, repetida hasta la saciedad por Santos y Garcés? Ambos han realizado un proyecto diseñado específicamente para que Colombia pierda la mitad del patrimonio, al menos, relacionado con el galeón San José. Primero con una Ley de cobertura, la 1675 de 2013, basada en el criterio de repetición, un “invento” de los cazatesoros más agresivos contra el patrimonio de origen hispánico: la invención de que monedas y lingotes, entre otras muchas cosas, no son patrimonio y se puede comerciar con ellos, dada su abundancia. ¿Quiénes son ellos para valorarlo, dejaríamos a los mismos cazatesoros que valoraran el contenido del Museo del Oro? ¿Por qué Colombia establece una gestión diferente para el patrimonio que vino del mar? Y lo peor: el contrato pensado bajo el mandato de Garcés y Santos establece el pago a los rescatadores con las monedas y lingotes al peso, método por el que Colombia perderá el doble de patrimonio que si se les entregase por su valor numismático e histórico. Pero el contrato prohíbe que se valore algo más que la calidad de la aleación. Eso les otorgará a los cazatesoros 50 veces más plata. Una moneda vale al peso 20 dólares, pero se subastan por 1000$ o más por su valor histórico. Como debió parecerles poco ese balance, les han entregado además a los rescatadores la explotación del futuro museo de Cartagena por al menos 20 años. Eso sí, construyen un laboratorio para que las piezas no se estropeen.
El nuevo Gobierno de Duque debería desmontar esta falacia. El precio para Colombia será altísimo, puesto que quedará asociado a la industria internacional de destrucción del patrimonio, un amigo de quienes sueñan con disolver la historia que compartimos en el mercado, anulando las publicaciones y aportaciones científicas bajo los espejos de la prisa y de la avaricia. Es una catástrofe cultural en marcha que, si no se para aquí, se extenderá a otros galeones, en Colombia y en otros países de la zona. Y el nuevo Gobierno Español, por una vez, tiene la oportunidad de expresar una opinión tibiamente ahorrada durante casi tres años, haciendo valer la justicia que protege al patrimonio y la dignidad de una tumba de guerra. Si no hace ninguna de esas cosas, deberá asumir su responsabilidad en la destrucción de un registro histórico esencial para el futuro de nuestras naciones y el conocimiento de las claves perdidas de nuestra historia común. Y por ayudar a quienes, desde dentro y fuera de España, siguen enarbolando la leyenda negra por ignorancia y mediocridad.
3.-Un proyecto científico con tecnología puntera. En la era de la tecnología espacial y de la cooperación internacional -que podría representar la Estación Espacial Internacional- el proyecto del galeón San José supone un precedente de atraso científico y de mal uso de la tecnología que tendrá consecuencias destructivas para el patrimonio de los galeones. Un contrato secreto durante dos años y medio, realizado por la propia empresa elegida por Santos y diseñado para extraer el máximo beneficio comercial, no tiene nada de ciencia. Una empresa controlada desde un paraíso fiscal como son las Islas Caimán no es ejemplo más que de oscuridad, no de transparencia. Universidades y arqueólogos de todo el mundo certifican que es un crimen excavar un galeón de dos millones de piezas en seis meses, como han proyectado. No existe manera de excavar científicamente un pecio a 600 metros de profundidad. El intento es una salvajada no respaldada por tecnología alguna. La tecnología que hace accesible el naufragio sirve para vaciar el yacimiento, pero no para excavar. Excavar es una actividad científica controlada por una base ética innegociable: que no se pierda información en el proceso. La empresa MACS ha desplegado sus juguetitos tecnológicos para fotografiar el pecio con apariencia científica, pero después implantará unos equipos que recuerdan a la explotación minera: un cuadro metálico será puesto sobre el yacimiento para que los vehículos remotos puedan extraer a paladas el contenido del galeón, que será metido en cajas de gel y elevado a toda prisa. Allí les espera a los restos lo peor: decidir si son patrimonio y se preservan o si son susceptibles de pago al rescatador. Y por útlimo, los restos del barco no van a excavarse, a pesar de que constituyen el elemento con mayor información científica sobre el mundo que produjo esa nave. Pero la historia, queda demostrado, no les interesa ni a MACS ni al Gobierno de Santos que diseñó este proyecto monstruoso.
¿Le interesará la historia compartida y el patrimonio común al nuevo Gobierno de Iván Duque y su ministra, Carmen Inés Vásquez Camacho? ¿Les importa la ética de los tratados internacionales como bien dijo Duque semanas atrás, al expresar las dudas sobre los planes de Santos? Ahora podrán demostrarlo, pero no tardando, porque el presidente saliente ha puesto las cosas de tal forma, al reactivar in extremis el proyecto a pocos días de su marcha, que sin una intervención urgente todos los discursos prometedores quedarán en nada. Y el nuevo Gobierno aceptará sin chistar las facturas de este legado, que serán lamentables: Quienes saben de tecnología aplicada a la arqueología pueden expresar la salvajada que supone esta proyectada intervención. Los mejores científicos del mundo se han expresado ya sobre lo que les parece este proyecto: la destrucción de un yacimiento con imperativos comerciales. Un ejemplo para poner como precedente en la destrucción de todo el registro histórico de los naufragios iberoamericanos de época moderna.
4.-La excavación del San José permitirá a Colombia reunir a un Dream Team con los mejores científicos del mundo. Ya hemos demostrado antes que en lugar de un dream team, lo que Santos convocó era un dudoso equipo capitaneado por cazatesoros. Al frente de la empresa Roger Dooley y Mensun Bound, dos expertos en explotación comercial de pecios más preocupados por el negocio que por la arqueología. ¿De verdad Santos no pudo traer mejores científicos para ese proyecto tan importante que estos dos cazatesoros de trayectoria tan incontestable? La web de MACS tuvo que cambiar las mentiras que ponían en sus hojas de vida después de que demostrásemos que no se ajustaban a la verdad. Y lo peor: Santos ha involucrado, con el paraguas de Ernesto Montenegro y el ICAHN, a algunos científicos como Carlos del Cairo, arqueólogo de la Universidad Externado que aparece en el vídeo institucional en compañía de Dooley durante la intervención en el pecio. La ciencia colombiana podría quedar así, indudablemente, manchada por su participación en este caso si finalmente se vende parte del contenido del galeón. Sería una desgracia para los registros de quienes aman la historia y cuidan del patrimonio.
El Gobierno de Iván Duque, y especialmente su ministra de Cultura, deberían asesorarse de otro modo. Colombia pierde imagen de un país con una gestión de su patrimonio acorde con los estándares científicos internacionales y se aleja de los países que aplican la más acendrada ética pública a la gestión del patrimonio, enfocada a los beneficios que este ámbito tiene para la sociedad. El enriquecimiento de una empresa de cazatesoros, la financiación desde una trama de socios ya implicados en 2012 en un sistema de evasión de impuestos gracias a la explotación de tesoros subacuáticos, son bases suficientes para cortar esta operación con más sombras que luces y de espaldas a la sociedad colombiana. La última sombra es la acusación desde Sea Search Armada de que Dooley podría haber robado información sobre el paradero del San José en manos de dicha compañía. Pierde Colombia si el galeón San José se excava según los planes de Santos. Pierde el patrimonio si se impone este ejemplo al mundo como gestión chapucera que se admite de manera oficial en un país como Colombia. Pierde la ciencia si se destruye, separa y vende el conjunto de patrimonios asociados a una nave de la primera globalización. Pierde la historia común, que no hemos sabido estudiar en común todavía y que guarda claves perdidas sobre aquella globalización, antecedente de la nuestra. Pierde la sintaxis de entendimiento entre nuestros países y un futuro de cooperación científica internacional abortado por el empeño comercial de malbaratar el patrimonio.
Así que, distinguido nuevo presidente de Colombia, señor Iván Duque, y flamante ministra de Cultura: ¿Qué piensan hacer con el galeón? Una sociedad civil concienciada ha peleado en buena lid, democráticamente, periodísticamente, con el análisis de los datos disponibles y el respaldo del criterio científico de los más reconocidos expertos del mundo, frente a las ambigüedades calculadas, los secretos de Estado mal entendidos, los planes poco claros y los equipos menos idóneos de la historia de la arqueología. Los colombianos decididos a plantar cara a los acuerdos del Gobierno anterior han sido ejemplares, representan lo mejor de su país.
Así que, si lo tienen claro, no nos hagan esperar más: acepten ya el plan de Santos claramente y ahórrennos la esperanza que teníamos en su llegada o pongan fin al proyecto humillante para nuestra historia. ¡Pero háganlo pronto!
Otros temas Jesús García Caleroel