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Arqueología de los submarinos

Agustín Ramón Rodríguez Gonzálezel

Bueno es que en un blog que versa sobre Arqueología Submarina, se hable también de la arqueología de los submarinos, especialmente de los que han supuesto un avance en la consecución de ese tipo especial de navegación. Y para ello nada mejor que sacar a cuento el caso de un inventor alemán, el celebrado precursor del submarino en dicho país:

Wilhelm Bauer nació el 23 de diciembre de 1822 en Dillingen, en el entonces independiente reino de Baviera. Hijo de un suboficial de Caballería, apenas pudo realizar estudios, ingresando a su vez en el Ejército, llegando a sargento de Artillería, siempre muy interesado por la Ciencia y la Técnica.

 

 En el revolucionario 1848, los territorios de habla alemana de Schleswig y Holstein se alzaron contra su dominio por Dinamarca, en medio de una oleada de nacionalismo romántico que buscaba la unión entre los distintos estados y territorios alemanes. Bauer se presentó voluntario y se le dió un puesto en la artillería rebelde.

Pero los revolucionarios eran superados por la marina de guerra danesa, por lo que el joven ideó un proyecto de submarino. El 18 de diciembre de 1850 el buque fue botado en Kiel, con el extraño nombre de “Brandtaucher”, algo así como “brulote submarino”, siendo un brulote en la marina clásica un velero que, cargado de pólvora y materias inflamables, era lanzado ardiendo contra los buques enemigos.

El casco era metálico y medía poco más de 8 metros de largo, por dos de ancho y 3’50 de alto, con una extraña forma. Estaba impulsado por una hélice que accionaban dos hombres haciendo girar una gran rueda, la inmersión se producía por la inundación de tanques de agua, vaciados por dos bombas. Un tercer tripulante era el capitán y timonel, instalado en la torreta de la roda, quien debía además fijar la carga explosiva al casco del buque enemigo.

Al poco de ser botado, el buque se hundió, al dejarse inadvertidamente abierta una de las válvulas, pero al quedar en poco fondo, pudo ser reflotado y reparado, realizándose la prueba en el mismo puerto de Kiel el 1 de febrero de 1851.

Apenas iniciada, el buque se hundió verticalmente hasta el fondo, siendo imposible su rescate desde tierra. Afortunadamente, el inventor conservó la calma a bordo, y aprovechando el momento en que la presión del aire interior compensó la exterior, la escotilla pudo ser abierta y salvarse los tres tripulantes. Al parecer falló la estabilidad horizontal, hundiéndose de popa. Lo cierto es que se abandonó el proyecto.

 

 Bauer insistió en otros países, como la misma Baviera, Austria, Francia y Gran Bretaña, sin obtener respuesta, hasta que se vió reclamado por la apurada Rusia, en plena Guerra de Crimea y en clara inferioridad frente a las escuadras anglo-francesas.

El “Seeteufel” o “Diablo Marino” fue botado en San Petersburgo el 1 de noviembre de 1855, pero el invierno y los hielos retrasaron las pruebas hasta mayo del año siguiente. Era parecido al anterior, aunque de dobles dimensiones, y también de casco metálico, con algunas novedades y mejoras.

Pero, tras realizar múltiples ensayos, en la prueba definitiva en que se pretendía hundiese el viejo casco de un navío ya para el desguace, de nuevo falló su estabilidad horizontal, inclinándose de popa y tocando el fondo, su hélice se enredó en las algas y cables abandonados del fondo del puerto. Aunque soltando lastre rápidamente pudo salir a superficie, al abrirse demasiado rápidamente una escotilla, zozobró y se hundió ahora definitivamente, si bien pudieron salvarse sus 14 tripulantes, gracias a que, de nuevo, la prueba era en puerto y la profundidad era escasa. Al parecer, hubo otros proyectos, pero todo quedó en nada cuando el gobierno ruso, desalentado por los gastos y fracasos, rescindió el contrato en 1858.

Tras otros varios inventos y proyectos, Bauer murió el 20 de junio de 1875 en Munich.

Cualquiera pensaría que, tras semejantes desastres, el nombre del tan tenaz como fracasado inventor sería olvidado y más en un país que se precia de tantos ilustres inventores y técnicos como Alemania. Pues bien, nada de eso: en 1887 se rescató con una grúa del fondo del puerto al “Brandtaucher”, se restauró y reparó y hoy se exhibe en el Museo Militar de Dresde como uno de los adelantados de la navegación submarina.

 

 Pero éste no es el único homenaje: el “U-2540”, botado el 1 de enero de 1945, una gran realización de los técnicos de Hitler, como perteneciente a la revolucionaria clase “Tipo XXI”, fue zabordado poco después por su dotación ante el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El buque fue rescatado en 1957, reparado e incorporado a la Marina Federal Alemana como nave de investigación, pasó luego a manos privadas, y hoy se conserva en el Museo Marítimo Alemán en Bremerhaven con el nombre de “Wilhelm Bauer”, como un nuevo homenaje al inventor.

Cabe recordar que entre los precursores españoles del submarino, ni Cosme García, ni Narciso Monturiol, ni mucho menos Isaac Peral, sufrieron ninguna clase de accidentes en sus pruebas, salvo pequeños incidentes en el peor de los casos.

Sin embargo, el “Garcibuzo” sigue hundido en algún lugar fuera del puerto de Alicante, donde lo mandó hundir su frustrado inventor, al no poder pagar los gastos de anclaje, los Ictíneos fueron desguazados en su época, al quebrar las empresas que creó Monturiol para financiar su construcción, y el de Peral se conserva por un afortunado azar.

Cuando se decidió poner fin al proyecto, pasada la euforia de 1890 tras sus exitosas pruebas finales, se ordenó despojar al submarino de Peral de todos sus aparatos, quedando el casco vacío abandonado en La Carraca (Cádiz) cubriéndose de óxido y expuesto a perderse en cualquier momento. Tal vez solo el olvido y la desidia hicieron que sobreviviese. Tuvo que llegar a Ministro de Marina Mateo García de los Reyes, el creador del Arma Submarina Española, para que, en 1929, se ordenase rescatarlo y enviarlo a Cartagena, su ciudad natal, remolcado hasta allí tras ser sumariamente reparado, e instalado en el Arsenal como monumento al genio de Isaac Peral.

 

 El 1 de diciembre de 1965, a instancias del Ayuntamiento de la ciudad, se trasladó a la plaza de Los Héroes de Cavite, vecina al puerto, para poder ser admirado por todos, trasladándosele después al Paseo de Alfonso XII, junto al nuevo puerto deportivo, en 2002.

 

 Pero en uno y otro emplazamiento, el gran casco de acero quedó expuesto a las inclemencias del tiempo y a la labor constante de la corrosión, especialmente en su segundo emplazamiento, cuando se instaló incluso una fuente debajo del casco. El estado del buque era tal, que pronto se temió porque su histórica estructura colapsase enteramente y se convirtiera en un montón de chatarra. Afortunadamente, la Armada acometió los trabajos de restauración, incluyendo la reposición de piezas como el periscopio, pequeña cubierta y pasamanos en torno a la torreta, etc, y su traslado a una sala del Arsenal de Cartagena, dependiente del Museo Naval y ya a salvo de la las inclemencias del tiempo, donde se exhibe desde 2013. Falta aún restaurar su interior, pero para eso son necesarios estudios y, sobre todo, dinero.

Y eso estuvo a punto de pasar con el primer submarino realmente eficaz de la Historia, con propulsión eléctrica en inmersión, periscopio y tubos lanzatorpedos internos al casco, entre otros adelantos, no con la ingenua y primitiva tentativa de Bauer.

Será que los alemanes tendrán necesidad de apuntarse tantos en los terrenos de la Ciencia y de la Técnica…o será que los españoles somos una gente muy especial, que continuamente subestimamos o ninguneamos nuestros propios logros y luego nos quejamos de que no los conseguimos o que no somos capaces de ellos.

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