Te animo a que te detengas a reflexionar sobre algo muy importante:
· ¿Cuál crees que es la etiqueta o etiquetas que sigues arrastrando desde tu infancia?
· ¿Quién te puso esa etiqueta? (tus padres, un profesor, algún familiar…)
· ¿Hay algún miembro más de tu familia que arrastre una etiqueta?
· ¿Crees que es posible eliminar estas etiquetas?
· ¿Crees que las etiquetas nos limitan o condicionan?
· ¿Acabamos cumpliendo lo que esa etiqueta dice de nosotros?
Si tenemos una imagen negativa de nuestro hijo le generamos inseguridad. Por el contrario, una imagen positiva le inspira confianza. Si le repetimos continuamente a nuestro hijo que es un vago o un desordenado, se comportará como tal. Acabará volviéndose así. Es lo que se denomina “autoprofecía cumplida”. De hecho, cuando le asignamos una etiqueta le estamos condicionando, limitando y no le permitimos CRECER.
“Las etiquetas son para la ropa, no para las personas”
ETIQUETAS = LIMITACIONES + PREJUICIOS
La autoprofecía cumplida es un término acuñado por el sociólogo estadounidense Robert Morton: cuando planteamos una definición falsa, sobre una situación que suscita una conducta, provoca el cumplimiento de esa apreciación. La validez de la profecía que se cumple a sí misma perpetúa el error, pues el “profeta” citará el resultado final como prueba de que tenía razón desde el principio.
Por este motivo cuando repetimos mil veces a nuestro hijo que es un desastre o que es un desordenado, al final acaba convirtiéndose justamente en eso. Se acaba creyendo la etiqueta que le asignamos continuamente.
“Cuando juzgas a otros no los defines, te defines a ti mismo”
Wayne Dyer
En lugar de decirle… “eres un desordenado” deberíamos decirle: “tienes que recoger tus cosas, los juguetes están fuera de su sitio”. Es algo mucho más concreto y fácil de entender por el niño pues de este modo aprende qué se espera de él. Tenemos que decirle claramente lo que no nos gusta pero sin generalizar concretando al máximo para que el niño aprenda qué es lo que esperamos de él. Siempre tenemos que dar al niño la opción de mejorar, de crecer. No podemos estar siempre bombardeándolo con mensajes negativos que le lleven a asumir que esa es su forma de ser y siempre va a ser así.
Estas etiquetas asientan en el niño toda una serie de creencias limitantes. Estas creencias limitantes son esas cosas que pensamos sobre nosotros mismos o sobre el mundo que nos rodea y que nos limitan. Están alojadas en nuestra mente subconsciente y no son fáciles de ver a simple vista. Como destacan Verónica de Andrés y Florencia Andrés:
Las llamamos “cuerdas invisibles”, porque como tales lo que hacen es atarnos al pasado. Y suelen ser cuerdas fuertes, que provocan que cualquier esfuerzo “consciente” por cambiar una situación termine siendo bastante difícil.
Eliminemos etiquetas, prejuicios y valoremos a nuestros hijos por lo que realmente SON. Rompamos esas “cuerdas” que los atan. Esto les permitirá crecer sin limitaciones y con una sana autoestima. Hablaremos de ello más adelante.
“Si aceptas una creencia limitante, se volverá una verdad para ti”
Louise Hay