Me gusta mucho observar la forma de actuar e interactuar de los papás y las mamás con sus hijos cuando están en los parques. Observo cómo se comunican, de qué forma se dirigen a sus hijos, etc. Y me gusta porque aprendo mucho de todos ellos y me ayuda a observarme a mi mismo y ver de qué forma actúo yo.
Últimamente he descubierto un nuevo tipo de padres a los que he denominado “padres de asiento” o “padres de mando a distancia”. ¿Por qué les he dado este nombre? Es muy sencillo, porque tienen la siguiente forma de proceder cuando están en el parque con sus peques:
- Su “centro de operaciones” es el banco del parque donde toman posiciones y no se levantan para nada (parece que se les ha pegado el culo al asiento). De ahí lo de “padres de asiento”.
- Si tienen que llamar la atención a sus hijos (algo que rara vez ocurre) lo hacen a gritos, desde la distancia (sin levantarse). De ahí lo de “mando a distancia”. Allí, desde la lejanía intentan corregir a sus hijos a voces, a gritos:
- “Deja eso ya…”
- “No subas ahí…”
- “No tires eso…”
- etc.
- La comunicación con sus hijos durante el tiempo que pasan allí es prácticamente nula. Estos papás están “a otra cosa”. Está claro que al parque se va a jugar, pero hay momentos en que las situaciones requieren de nuestra intervención y que hablemos con ellos. Hay que pensar que allí hay más niños (y más papás).
- Su manera de corregir a sus hijos se basa en las amenazas. Por supuesto, amenazas que jamás cumplen.
- No establecen normas y límites claros. Los hijos no saben a qué atenerse y esto les provoca cierto desconcierto, inseguridad e incertidumbre.
- Repiten mucho las cosas, a voces y como consecuencia los hijos no les hacen ni caso. Luego se quejan de eso: “es que por mucho que le digo las cosas no me hace caso” o “me paso el día poniendo castigos y no sirve de nada”.
Como padres, hay un momento en la vida de nuestros hijos en el que tenemos que estar y que se note. Ya llegará el momento en el que deberemos soltarlos y estar sin que se note tanto… Mientras tanto, levantémonos las veces que haga falta y atendamos a nuestros hijos como corresponde. No se trata de intervenir a cada momento pues al parque se va a jugar y deben disfrutar de ello pero dentro de unos límites.
“El acto de educar no es un acto autoritario,sino que se ejerce desde el amor pero con autoridad” Carlos Goñi & Pilar Guembe
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