Cada etapa educativa tiene sus propias características y desafíos diferentes. Lo importante como ya he comentado anteriormente es que nos enfoquemos en la etapa que estamos viviendo sin proyectarnos en las que tienen que venir. Lo realmente necesario es que disfrutemos en cada una de las etapas. No pretendo idealizarlas y decirte que todo es de color de rosa. Más bien al contrario, es importante tomar conciencia de que nos vamos a encontrar con problemas y dificultades. Y ahí está el verdadero desafío: aprender a disfrutar en medio de la tormenta. ¿Difícil? Sí, pero no imposible…
Como afirma el juez Emilio Calatayud: “Niños pequeños, problemas pequeños y niños grandes, problemas más grandes…”
Y es así. Los problemas cambian y evolucionan a través de las diferentes etapas que vamos atravesando y hemos de adaptarnos a ello. Muchos padres dejan de disfrutar porque se resisten a estos cambios: se resisten a que sus hijos crezcan, a que ganen autonomía, a que tomen sus propias decisiones, etc. Y esto, es un error. La educación en esencia sirve para eso, para ofrecerles unas herramientas que les ayuden a caminar por la vida y a desprenderse de nosotros. La vida es un continuo desprendimiento. Si no lo vemos así, caemos en el peligro de sobreprotegerlos.
Disfruta de la magia de esas primeras caricias, de sus sonrisas, de sus primeras palabras, de sus primeros pasos… pero disfruta también cuando empiecen a ponerse a la defensiva, a sentirse incomprendidos, a las discusiones propias de la etapa adolescente. A veces se nos olvida que nosotros también hemos sido adolescentes. Quizás sería importante recordar cómo te sentías tú en esa etapa. Te ayudaría mucho a ponerte en su lugar. ¿Lo intentamos?
Como destacan Begoña del Pueyo y Rosa Suárez:
Si los disfrutamos de bebés, ¿por qué acabar la fiesta en la adolescencia?
Para disfrutar de cada una de las etapas es importante que aprendamos qué podemos esperar de nuestros hijos en cada una de ellas. No caigamos en el error de esperar más de lo que pueden dar para su edad o nivel de desarrollo.
Para educar bien a un niño es fundamental conocer con exactitud su proceso de desarrollo. Esto nos permitirá ofrecerle en cada momento aquello que realmente necesita.
Esto nos servirá para aprender a diferenciar entre una conducta totalmente normal de otra que no lo es, e intervenir de manera adecuada para darle solución. Aprenderemos que hay conductas totalmente normales para la edad que tiene el niño y que, por tanto, podemos y debemos dejar pasar pues desaparecerán con el tiempo. Por el contrario, encontraremos otras que no podemos dejar pasar y nos tocará intervenir para ayudarle a corregirlas.
Una pequeña reflexión antes de terminar:
A lo largo de tu vida has ido atravesando diferentes etapas: has sido niño, después fuiste un adolescente y ahora eres un adulto… ¿No crees que cada una de estas etapas las has vivido y disfrutado de manera diferente? Estoy convencido de que si te dieran a elegir te quedarías con alguna de ellas. Pero siempre añadimos algo más: “Pues me quedo con la infancia pero…” Somos así de inconformistas. Pero sobre todo somos conscientes que una etapa no tiene sentido sin la anterior o la siguiente. En eso consiste la vida: es un TODO. Todas ellas nos han aportado y enriquecido con cada una de las experiencias vividas. Con las alegrías y los sinsabores. Intenta cambiar la mirada y ponerte en la piel de lo que están viviendo AHORA tus hijos, sin juicios, sin proyecciones futuras ni falsas expectativas. Notarás grandes cambios. ¿Lo intentas?
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Otros temas Óscar Gonzálezel