No te dejes engañar por el título del post, mi objetivo no es crear un enfrentamiento entre padres y profesores. Como sabes, llevo años trabajando por conseguir que mejoren las relaciones entre las familias y la escuela para poder establecer una auténtica alianza educativa que nos ayude a trabajar en equipo, en estrecha colaboración. Siempre intento transmitir un mensaje optimista a pesar de la crisis educativa en la que estamos inmersos en la actualidad: la familia y la escuela necesitamos compartir, no competir. El proyecto educativo debe ser un proyecto único y compartido entre las dos instituciones más importantes: la familia y la escuela. Se trata de un proyecto que no entiende de enfrentamientos, no de divergencias y mucho menos de cesión de responsabilidades.
Por este motivo quiero compartir contigo el siguiente decálogo, dirigido a madres y padres. Cuando lo leas, te darás cuenta de lo que no tenemos que hacer si no queremos convertir al profesor de nuestros hijos en un “enemigo” o “adversario”. Este decálogo también sería aplicable al profesorado si cambiamos el título por Decálogo para convertir a los padres de tus alumnos en “tus enemigos”.
*Nota: Este decálogo es una adaptación de las Instrucciones para fabricar un adversario de mi buen amigo Rolando Martiñá:
Decálogo para convertir al profesor de tu hijo en “tu enemigo”
1. Considera que todo lo que dice o hace el profesor de tu hijo es en su propio beneficio y en vuestra contra.
2. Mantén una actitud “defensiva” respondiendo a todo con excusas, justificándote (y justificando a tu hijo, claro) y contraatacando.
3. Hazle saber que sería bien recibido y cambiarías tu forma de tratarlo si él cambiara sustancialmente su forma de ser.
4. Hazle saber que tú estás en la posición correcta (y en posesión de la verdad, por supuesto) y él está equivocado.
5. Dale instrucciones acerca de cómo debería actuar según tu modo de ver las cosas.
6. Hazle notar que si no fuera por el vínculo que os une (tú hijo en este caso), tú estarías más tranquilo (te preocupa que le pueda coger “manía”).
7. Subráyale, de vez en cuando, que necesita más de ti que lo que tú necesitas de él.
8. No le reconozcas jamás nada positivo ni le des la oportunidad de que haga algo positivo por ti.
9. No le muestres nunca tus debilidades y señala las de él, siempre que puedas.
10. Comunícale de diversas formas que él no está demasiado presente en tus pensamientos, tus decisiones o tu agenda (por eso no vas a las reuniones de tutoría, tienes cosas más importantes que hacer que perder el tiempo hablando con él).
Como puedes comprobar, si actuamos de esta forma conseguiremos justo lo contrario de lo deseado: que mantengamos una relación estrecha y podamos trabajar en equipo. Aquí puedes leer una entrevista que me hicieron con motivo de la publicación de mi libro “Familia y Escuela. Escuela y Familia” en la que hablo sobre este tema. En una entrada anterior te ofrecí las 10 ideas clave para comunicarnos padres y docentes (puedes leerlo aquí).
Empecemos a trabajar de una vez para reducir de manera notable la brecha entre familia y escuela. Empecemos a vernos como socios y aliados en un proyecto común: educar de la mejor manera posible a nuestros hijos y alumnos.
Para más información te invito a que visites la web www.familiayescuela.com
“Las alianzas son necesarias porque un niño, para crecer razonablemente bien, necesita creer que los padres no son sus enemigos, no son enemigos entre sí y tampoco lo son de esos otros adultos- los maestros- que se ocupan de ellos” Rolando Martiñá
Otros temas Óscar Gonzálezel