Ángel González Abad el 10 oct, 2013 El pasado domingo, un torero aragonés se despidió de los ruedos. Sin anuncios previos, con la discreción que siempre le ha caracterizado, casi en silencio, Roberto Bermejo pidió a su matador, Antonio Ferrera, que le cortara la coleta al terminar la corrida que cerraba la Feria de Otoño en Las Ventas. En la corrida del Pilar del día 10 de octubre, los aficionados le obligaron a salir al ruedo para tributarle un cálido homenaje, que fue refrendado por los tres matadores -Padilla, El Cid y Fandiño-, y todas las cuadrillas. Se va un excelente subalterno, un torero que ha demostrado su capacidad una tarde tras otra lo largo de muchas temporadas. Primero en aquellos ilusionantes comienzos como novillero a finales de los setenta. Le recuerdo dar sus primeros pasos de la mano del llorado Miguel Peropadre “Cinco Villas”. Roberto Bermejo era un espigado chaval, que conoció triunfos en el campo del atletismo y que ha vivido el toreo en toda su plenitud. Nació en la francesa ciudad de Pau, pero de familia cincovillesa de Sádaba. Comenzó en capeas y novilladas sin picadores por plazas de la Ribera del Ebro, tenía ya un nombre entre los aficionados cuando se anunció en La Misericordia para debutar con caballos. Fue el 13 de mayo de 1979 frente a una seria novillada de Barcial, con El Bayas y Maribel Atienzar como compañeros de terna. Cortó una oreja y dio una vuelta al ruedo aquel día, lo que le permitió abrir una etapa en la que la plaza zaragozana volvió a ser escenario de éxitos. Debutó en Las Ventas en la temporada de 1981 ante reses de Apolinar Soriano haciendo terna con Juan Cubero y Abelardo Granada. Y de ahí a la alternativa. El 11 de octubre de 1984, Dámaso González le doctoró en La Misericordia ante Ortega Cano con el toro “Borracho”, que lucía la divisa de Antonio Pérez Tabernero. Fue lo único que lució el astado, pues como toda a corrida resultó infumable. ABC en su crónica del festejo señalaba que al joven matador le tocó un “lote infernal”. El neófito resolvió la tarde con “voluntad, buenos deseos, tesón, corazón y entrega”, y pese a todo cortó una oreja y dio una vuelta al ruedo. A partir de la alternativa comienza una la lucha por abrirse camino, consigue aldabonazos, como en la primavera del año siguiente en la misma Zaragoza y se le abren algunas puertas. Una de sus mejores tardes la vivió en Huesca el 10 de agosto de 1986 cuando le cortó las orejas y el rabo a un toro de Joaquin Barral. Triunfos en plazas de la región le permitieron abrirse a ferias como la de Pamplona, pero el camino era cada vez más duro y decidió hacerse subalterno. La dura decisión resultó un acierto, pues permitió al torero desarrollar todas su virtudes, que fueron muchas con capote y banderillas. Ha estado al lado de todos los toreros aragoneses de las dos últimas décadas, también en las cuadrillas de Vicente Barrera, Uceda Leal y Antonio Ferrera, a cuyas órdenes se ha despedido de los ruedos, tras dejar la impronta de un buen torero. Toros Tags Roberto BermejotorosZaragoza Comentarios Ángel González Abad el 10 oct, 2013