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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

Variedad de encastes y demanda del público

Rosario Pérez el

Vaya por delante que soy partidaria absoluta de la variedad de encastes y que quienes me conocen saben que defiendo la sangre Santa Coloma. Y textos hay que lo atestiguan.

Pero la corrida de este sábado en Logroño, al margen de un gran toro (el de José Escolar), planteada como un desafío, ni fue desafío ni apenas nada. Si para alguien lo lidiado representa la bravura, para mí no.

Un comentario en mi twitter, en el que expresaba con ironía lo mala que estaba saliendo la corrida y la pobre entrada en La Ribera, ha provocado el “rebote” de algunos, unos con comentarios educados y otros que se esconden tras la red soltando falacias, sin conocer a la persona ni a la periodista (por lo que escriben no han debido leer crónicas mías, de este mismo mes, en las que critico juego y presentación de esas ganaderías que tanto parecen detestar y que, aunque les pese, forman parte de la cabaña brava). Para los primeros, a los que respeto su opinión, les pido disculpas si les ha ofendido o molestado mi comentario.

Respecto a la triste entrada de público, la realidad es que en muchas ferias de España (Francia es otro cantar) en corridas de las denominadas “duras” (no digo que sea acertada esta calificación) suele haber menos entrada que en el resto, que por supuesto tampoco se llenan (salvo el oasis de Albacete, donde los tendidos parecían un sueño tras ver otros que mejor ni citar y donde, por cierto, el hierro de Daniel Ruiz fue el mayor portador de casta). Nota para listos: elogié sus toros de Albacete tanto como critiqué la presentación de los de la macrofiesta de Cuenca.

Nunca me gustó la división ganadera de torista y torerista. Todas son necesarias, aunque demasiadas estén de capa caída. Y que el público, que es el que paga, elija. Y como diría Alejandro Sanz, “y los demás que hablen…”

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Rosario Pérez el

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