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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Haz terapia y sé feliz (1)

Emilio de Miguel Calabiael

Vivimos en una de las sociedades más absurdas que nunca hayan existido en este planeta. Queremos ser felices y escapar del dolor y lo queremos ahora y sin esfuerzo. Creemos que nuestros deseos más disparatados se harán verdad sólo con que los pensemos con mucha fuerza y convicción (aquí me encanta contraatacar con mi argumento del presidente del gobierno. Asumamos, tirando muy por lo bajo, que hay mil españoles que sueñan con llegar a ser algún día presidentes del gobierno. Dado que presidentes del gobierno sólo hay uno y está en la silla por cuatro años renovables, está claro que como poco hay 999 españoles que van a quedar muy, pero que muy decepcionados). Finalmente, somos la primera sociedad que se ha liberado de la muerte. A fuerza de no hablar de ella y de ocultarla, creemos que la hemos borrado del mapa; y si no lo creemos, pensamos que estamos a dos pasos de realizar descubrimientos médicos impresionantes que revertirán el envejecimiento y nos harán inmortales.

Josep Darnés fue uno de los que se creyó que en algún lugar había una terapia que, cuando la siguiera, le convertiría en una persona plenamente realizada y feliz. La diferencia con otros es que Darnés convirtió su búsqueda y la decepción subsiguiente en un libro muy entretenido, “La burbuja terapéutica”. Darnés quiere, en su libro, contar la historia de la autoayuda desde el punto de vista del paciente, que es el que nunca nos cuentan. Le honra que intenta mantener el equilibrio: hay terapias que te pueden salvar la vida y otras que te la pueden secuestrar. No todos los terapeutas son merecedores de que se les eche a los leones.

Lo que te suele llevar a la terapia es que el personaje que te habías montado, lo que Darnés denomina “el adulto fake”, ya no te funciona. Aunque leyendo a Darnés, puede dar la impresión de que sólo algunos son adultos fake, yo creo que todos lo somos. Vivir en sociedad implica ponerse una máscara, negar una parte de lo que eres para convertirte en un ser integrado y que no desentone. Hay máscaras que se ajustan mejor a la cara, o sea, que la relación entre la máscara y el personaje que esconde es mayor y permite que casi puedas mostrarte tal cual eres (ojo, que he dicho “casi”; la sinceridad salvaje nunca es recomendable). Pero hay otras que se ajustan peor. Tal vez al principio no se note mucho, pero llega un día en el que la máscara es tan falsa que uno no puede más. Ha llegado el momento de acudir al terapeuta. Si tienes suerte, ése será el inicio de una aventura de autoconocimiento fascinante. Si no tienes suerte, puedes terminar como Darnés.

Darnés identifica el ciclo de quienes se convierten en adictos a las terapias. Primero está la crisis, cuando estás hecho mierda y sientes que no puedes más y que necesitas ayuda. Comienza la búsqueda del terapeuta adecuado. Si te centras en resolver el problema que te ha ocasionado la crisis, bien. Lo malo es si en el curso de esa búsqueda te convences de que tu objetivo es alcanzar tu yo más completo o autorrealizado. No importa que no sepas lo que quiere decir tu “yo completo”. Lo importante es la creencia de que tienes un yo sublime y que alcanzarlo te proporcionará una felicidad real e interminable. Al final ese yo completo que persigues, acabará siendo como el horizonte, algo hacia lo que caminas, pero donde nunca llegas.

Entonces llega el encuentro, que se parece mucho al enamoramiento. Has encontrado la terapia que te proporciona las intuiciones que andabas buscando. Y… entonces viene el enganche. La terapia te hace sentir tan bien, que profundizas en ella. Incluso es posible que te metas simultáneamente en otras terapias. No te das cuenta de que te has convertido ya en un adicto de las terapias. Curiosamente es entonces que tu vida empieza a salirse de madre. Necesitas encontrar tu “propósito vital”. Lo antiguo (tu trabajo, tu pareja, tus amigos…) ya no te sirve.

Igual que cuando se pasa el primer momento del enamoramiento, te encuentras con la realidad de que tu pareja no es ese dechado de virtudes que te habías imaginado, llega un momento que le ves las costuras a la terapia. Siguen las dificultades iniciales y hasta puede que hayan empeorado. Vuelves entonces a la casilla de partida, la crisis.

Lo malo en este círculo vicioso es que el número de las terapias es infinito. Dicho de otra manera, las posibilidades de engancharte a algo son innumerables. Darnés enumera hasta 78 terapias posibles. Sabe de lo que habla: ha probado 47 de ellas; mi pregunta es ¿cómo le ha dado tiempo? Cada terapia requiere dedicación y entrega. Precisamente, la gran excusa de los gurus cuando no te ha funcionado es que no te entregaste lo suficiente. La enumeración de Darnés ha despertado mi curiosidad: están los sospechosos habituales (astrología, acupuntura, psicoterapia…), pero hay otras de las que nunca había oído hablar: risoterapia (¿tendrá que ver con las carcajadas del terapeuta cada vez que le pagas?), terapia esenia, osteopatía bioenergética celular, Feldenkrais (con este nombre lo único que puedo adivinar es que la inventó un alemán)…

 

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