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Guerra de narrativas en Camboya (2)

Emilio de Miguel Calabia el

(Así le gustaban las cosas a Sihanouk: mucha gente, mucha celebración y mucha aclamación popular)

En abril de 1960 murió el Rey Suramarit. La sucesión se convirtió en una pesadilla para Sihanouk: no quería en el Trono a nadie que fuera más asertivo o menos confiable que su padre; él mismo no quería volver al Trono; no quería que su hijo Ranariddh ascendiera al Trono, porque era menor y habría habido que designar a un regente que habría gozado de cierto poder; no quería que fuera su madre, la Reina Kossamak, porque era la única que le regañaba y le señalaba las decisiones tan absurdas que tomaba en ocasiones. Al final, designó un Consejo de Regencia presidido por su tío Norodom Monireth e hizo lo que más le gustaba: otro referéndum.

En el referéndum del 5 de junio de 1960 los camboyanos tenían que corroborar que querían a Sihanouk como Jefe de Estado. Había cuatro papeletas entre las que tenían que elegir: una muy bonita con la foto de Sihanouk; otra con la foto del nacionalista Soc Ngoc Thanh, quien por cierto estaba condenado a muerte in absentia; una tercera de color rojo, para señalar que el votante era comunista; y, finalmente, una con un signo de interrogación, que indicaba que el votante estaba muy confundido, lo que no era de extrañar, dadas todas las vueltas que daba Sihanouk. Como en el referéndum de 1955, al votante le entregaban cuatro papeletas y tenía que deshacerse de tres delante del funcionario que se las había entregado; al hacerlo, podía convertirse en culpable del delito de lesa majestad por haber desechado en público una foto de Sihanouk. Aunque parezca difícil, Sihanouk consiguió aún mejores resultados que en 1955: 2.020.349 votantes, el 99,7%, votaron por él; por una extraña coincidencia,- o acaso el que falsificaba las elecciones tenía un sentido del humor muy peculiar-, tanto Son Ngoc Thanh como los comunistas obtuvieron 133 votos cada uno. Únicamente 93 camboyanos votaron que estaban muy confundidos.

¿Qué quería conseguir Sihanouk con un referéndum tan absurdo? Probablemente lo mismo que en 1955: demostrarse a sí mismo y a posibles rivales que el pueblo camboyano estaba unido como una piña en torno a él. También puede que quisiese demostrar que él no necesitaba de un Trono para guiar el país o para fundamentar su legitimidad en él. Mediante el referéndum había demostrado que estaba por encima de la institución milenaria de la Monarquía. Acaso, movido por su ego, no se diese cuenta que con su personalismo estaba socavando los cimientos de la institución monárquica.

Los años siguientes puede que fueran los más felices de su carrera. Dirigía el país con el desparpajo de un niño mimado. Era popular (durante toda su carrera, a pesar de sus defectos, supo despertar el amor de muchos), nadie le tosía y no había problemas serios en el horizonte, o al menos eso parecía. Sin embargo, en esos años se pusieron las bases de los desastres que azotarían a Camboya en la década siguiente: 1) El ascenso del Comandante en Jefe de las FFAA y Ministro de Defensa Lon Nol, que siempre ocupó cargos que superaban a su limitada inteligencia; 2) El derroche de las élites, que se comportaban como si vivieran en Paris y no en Phnom Penh; 3) La mala gestión económica; 4) La corrupción; 5) La radicalización de las izquierdas a las que Sihanouk tan pronto trataba con guante de seda, como que les daba estacazos (más habitual lo segundo); 6) La agudización de la guerra de Vietnam, que hizo imposible la política neutralista de no casarse con nadie que Sihanouk pretendía seguir. Era la política más sensata, pero EEUU consideraba un peligroso comunista a cualquiera que no estuviese 100% con él y los norvietnamitas no estaban dispuestos a prescindir ni de sus santuarios camboyanos ni de la ruta Ho Chi Minh que pasaba por territorio camboyano y mediante la cual abastecían a las guerrillas de Vietminh.

Todas estas contradicciones estallaron en la segunda mitad de la década de los sesenta. De pronto Sihanouk empezó a sentir la presión de todas las partes: EEUU que quería que se comprometiera más en la lucha contra el comunismo; Vietnam del Norte y el bloque soviético, que querían que les dejase las manos todavía más libres; las élites camboyanas, que empezaban a cansarse de la mala gestión económica que ya había comenzado a afectar a sus intereses; la juventud urbana, que lentamente comenzó a organizar protestas. Sihanouk pertenecía a ese tipo de temperamentos artísticos bipolares, que se vienen arriba cuando el público les aplaude y se hunden cuando les abuchea. Sintiendo que los problemas se acumulaban y sin saber cómo afrontarlos, Sihanouk fue soltando las riendas del poder y comenzó a dedicarse a frivolidades que le distraían, le masajeaban el ego y puede que hasta le dieran la sensación de que seguía gobernando eficazmente el país: rodar películas, la gastronomía, viajar, recibir a dignatarios extranjeros, visitar zonas rurales para recibir un baño de popularidad entre los campesinos, que seguían venerándolo como a un dios.

El poder es como un billete de 50 euros que dejas caer en la acera. En cuanto lo sueltes, alguien vendrá que lo cogerá. La noche del 17 al 18 de marzo de 1970 el Príncipe Sirik Matak y el Primer Ministro, Lon Nol, dieron un golpe de estado. Estimaban que muchos de los problemas de Camboya venían de la manera en que Sihanouk había coqueteado con el comunismo y que lo que se imponía era un estricto alineamiento con EEUU y una férrea política anticomunista.

Los cinco años de gobierno republicano fueron un desastre sin paliativos. Corrupción, pésima gestión económica, peleas constantes y futiles entre los políticos camboyanos, continuas derrotas militares ante los comunistas norvietnamitas y los khmeres rojos, desplazamientos forzados de la población rural a las ciudades… A nivel ideológico merece la pena mencionar la ideología del neo-khemerismo, que introdujo Lon Nol para intentar levantar la moral republicana. El neo-khemerismo era una ideología racista y xenófoba, que combinaba una leve pátina de teorías económicas modernas mal digeridas, principios budistas, evocaciones de las glorias de Angkor y mucho odio hacia los tailandeses y los vietnamitas.

La pérdida de interés norteamericano por Indochina tras los Acuerdos de Paz de París de 1973 condenaron irremisiblemente a la efímera República Khmer, que se hundió el 17 de abril de 1975. La sucedió el régimen genocida de los khmeres rojos.

 

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