ABC
Suscríbete
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizMi ABCABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

El yo en el budismo. Lo que va del Theravada al Vajrayana (y 4)

Emilio de Miguel Calabiael

Entre los siglos IV y V d.C. comenzó a desarrollarse el tantrismo en el norte de la India. El tantrismo afectó tanto al hinduismo como al budismo. Es un fenómeno muy complejo que resulta muy difícil de definir. Básicamente se trataba de alcanzar la iluminación por la vía rápida, utilizando toda una serie de rituales esotéricos que jugaban con energías, deidades, visualizaciones, etc. El budismo tántrico se conoce como budismo vajrayana y fue esta modalidad la que se difundió en el Tibet a partir del siglo VII.

El budismo tibetano podría caracterizarse como la conjunción de una base filosófica mahayana, en concreto de la escuela madhyamaka, con prácticas vajrayana. Y he aquí, donde empiezan los problemas.

La escuela madhyamaka defiende la inexistencia del yo a ultranza. Todo carece de yo, desde la persona misma hasta los dharmas o elementos constitutivos últimos de la realidad. He aquí algunas de las cosas que dice sobre el yo el “Mulamadhyamakakarika”, la obra principal del fundador de la escuela, Nagarjuna:

Si el yo fuera los agregados [los componentes psicofísicos de la persona]

Tendría el surgir y el cesar (como propiedades) [es decir, que surgiría cuando los agregados se uniesen y desaparecería cuando de disolviesen].

Si fuera diferente de los agregados,

No tendría las características de los agregados. [según lo entiendo, esta segunda parte de la cuarteta dice justo lo contrario que la primera: el yo sí que es similar a los agregados].”

Cuando las opiniones “yo” y “mío” se extinguen,

Ya sea con respecto al interior como al interior,

El incumbente cesa.

Habiendo cesado, el nacimiento cesa [mi interpretación es que al darse cuenta de que el “yo” es ilusorio y renunciar a él, la persona deja de reencarnarse].

La existencia del yo o su no existencia

En modo alguno ha quedado establecida.

Sin esto, ¿cómo podría establecerse

La existencia o no existencia de las impurezas? [la filosofía madhyamaka partía de la negación radical. Reducía todas las posiciones filosóficas contrarias al absurdo, para mostrar que no eran sostenibles, pero no presentaba una posición propia. Esta cuarteta la interpreto en el sentido de que es imposible demostrar tanto la existencia como la inexistencia del yo y por consiguiente no cabe decir ni que el yo sea puro ni impuro].”

Reconozco que introducirse en la filosofía madhyamaka es difícil, pero me parece que con estas pocas citas queda claro que los madhyamikas no creían en la existencia de un yo independiente. Es más, su rechazo parece incluso más radical que el del budismo theravada inicial.

Los rituales tántricos irían también en el sentido de eliminar cualquier apego a la idea del yo. Por ejemplo, en los rituales de visualización de las deidades, en una primera etapa el practicante ve a la deidad como un ser exterior a él. En un segundo momento, entiende que la deidad está dentro de él, que expresa cualidades que él tiene. La tercera y definitiva etapa viene cuando el practicante entiende que ni él ni la deidad tienen existencia intrínseca.

Parece claro que el budismo vajrayana, también rechaza la idea del yo. Sin embargo, en un libro tan influyente en la tradición tibetana como es el “Libro Tibetano de los Muertos”, que relata cómo es el proceso posterior a la muerte y el estado intermedio entre dos vidas, leemos:

“… Tu respiración física se ha detenido; la perfecta luz clara del Potencial Infinito de la primera fase de tu transición a la realidad espiritual ha empezado a manifestarse. Tu respiración física se ha detenido y empiezas a experimentar la realidad espiritual, desnuda y vacía como el espacio. Tu conciencia espiritual infinita, inmortal comienza a despertarse, clara y vacía, no percibiendo ni horizonte ni centro. Debes percibir inmediatamente este vacío como tú mismo…


(…)

Repítete a ti mismo las siguientes palabras: ¡Despierta! He pasado de la vida física a través de la muerte corporal hasta el punto del despertar espiritual. Desde este punto, despertaré mi espíritu y mi conciencia contemplando el Potencial Infinito del espíritu…”

No sé, pero yo diría que para entender estos párrafos adecuadamente, uno debe asumir que existe un alma que se reencarna y que tiene más identidad que la conciencia-almacén de los yogachara.

Igualmente, la doctrina tibetana de los “tulku”, esto es, de los lamas que son la encarnación de lamas difuntos, parece necesitar una vinculación entre ambas vidas más intensa que la de las antorchas que se van encendiendo, que defendía Nagasena.

En resumen, la doctrina del no-yo resultaba tan contraria a los deseos habituales de permanencia e inmortalidad, que el pensamiento budista a lo largo de su historia fue encontrando maneras de esquivarla, sin llegar a negarla frontalmente y por completo.

Creo que todas las doctrinas se dicen que, en última instancia, en el nirvana, el yo se disuelve y deja de existir, pero queda tanto para que alcancemos ese estado, que mientras llegamos a él, bien podemos seguirnos aferrando a nuestros yoes ilusorios, que nos dan tanto gustito.

 

Otros temas

Tags

Emilio de Miguel Calabiael

Post más recientes