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Ainbo: el topicazo del Amazonas

Emilio de Miguel Calabiael

Recientemente, en un viaje de tren que se me hizo interminable y a falta de nada mejor, vi el vídeo que echaban en las pantallas del techo, “Ainbo: la guerrera del Amazonas”, una coproducción peruana-estadounidense-holandesa. Decir que no me gustó es quedarse corto.

“Ainbo” tiene tal aire a una mala película de animación de Disney y toma tantas cosas prestadas de Disney, que hasta que no gugueleé un poco para leer sobre la película, no me enteré de que no era un producto Disney.

El argumento de “Ainbo” lo hemos visto tantas veces que ya aburre: Ainbo es una chica de trece años de una tribu del Amazonas. Se siente diferente, es un poco torpe y en su tribu no parece que la entiendan. La tribu es víctima de una maldición y a la minusvalorada Ainbo le corresponderá salvar a su pueblo de la misma. La película es tan previsible que no creo estar matándola si adelanto que, efectivamente, Ainbo levanta la maldición.

Una vez contada la trama, me detendré en todos aquellos elementos de la historia que ya hemos visto en cien películas anteriores y que seguiremos viendo mientras que guionistas sin imaginación y productores sin sentido artístico crean que eso es lo que quiere el mercado:

Todo héroe que se precie, precisa de un compañero graciosillo que dé comicidad a la historia. En este caso esa función corresponden a sus espíritus-guía, un armadillo pícaro y un tapir bonachón y un poco obtuso. ¿Resultan familiares esos personajes? Durante toda la película no pude dejar de pensar en la suricata y el facochero del Rey León. La diferencia es que estos últimos resultaban mucho más divertidos y su participación en la historia era mucho más coherente.

También la presencia del anciano sabio que guía o aconseja al protagonista. En Rey León era el mandril chamán. En “Ainbo” es Motelo Mama, una tortuga viejísima, la que indica a Ainbo lo que tiene que hacer. Tal vez una de las pocas cosas originales de la película sea el personaje de Pelejo, un perezoso gigante y muy anciano, hacia el que Motelo Mama dirige a Ainbo. Pelejo es un ser gruñón, que no movería un dedo por nadie, pero que se deja engatusar por un árbol de hojas dulces que le llevan como regalo. La institución de la coima no aparece a menudo en las películas de Disney. Por fin un poco de realismo en el cine de animación.

Ningún héroe lo es del todo si no tiene un contrincante, un malo malísimo. Aquí hay dos. Atok, un guerrero que detesta a Ainbo, porque estuvo enamorado de la madre de Ainbo, que le rechazó. Me parece un motivo futil. Podría detestar a Ainbo porque es una petarda, pero los guionistas debieron de pensar que con el realismo de la coima ya había bastante. El otro malo, pero malo de verdad, es Yacuruna, una especie de espíritu maléfico, que representa la codicia del hombre blanco que arrasa con todo.

Uno de los momentos más emotivos en las películas de este género es cuando uno de los malos, que después de todo no era tan malo, se arrepiente de su maldad y pasa a ayudar a la heroína. En este caso es el guerrero Atok. El tema de la reconciliación es un tema universal que gusta y que siempre puede hacer que el público eche una lagrimita. No fue mi caso. Para cuando Atok cambió, yo ya sólo quería que la película terminase.

Más topicazos: la amistad entre dos adolescentes que se quiebra por un malentendido absurdo que al final de la película es corregido; la condición de huérfana de Ainbo, aunque al final de la película de manera casi milagrosa reaparecerán sus padres y se sabrá todo; la derrota final del malo…

Hay también dos elementos que pertenecen al signo de los tiempos.

El primero es que la heroína es una chica. Nada que objetar. Hay películas de animación muy buenas, cuyas heroínas son chicas. Estoy pensando en “Brave” y en “Lilo y Stitch”, entre otras. La mejor amiga y futura lideresa de la tribu también es una chica. ¿Es porque la historia estaba pensada así o por seguir el signo de los tiempos que requiere que haya heroínas, pegue o no pegue?

El otro es la presencia de la muerte, que es algo que nos da cada vez más yuyu. En la película muere de una picadura de serpiente la abuela de Ainbo y se la despide en una ceremonia muy bella y emotiva. Pero bueno, en este tipo de películas no es raro que algún anciano muera. La función de los ancianos parece ser aconsejar al protagonista y morirse a continuación. Algo así ocurrió en “Verano azul”, donde murió el bueno de Chanquete. Leí que los guionistas querían que hubiese una muerte y se plantearon que el personaje de Tito muriese ahogado. Demasiado dramático. A un niño no le duele tanto que muera un anciano en la pantalla. Tal vez ya haya vivido la muerte de alguno de sus abuelos y, en todo caso, la ancianidad se le aparece tan lejana…

Otra cosa sucede con la muerte-desaparición de la madre de Ainbo. Resulta que se ha encarnado en un árbol al que Ainbo iba a refugiarse cuando se sentía desgraciada. De alguna manera la madre reaparece tal y como era antes de… ¿morir? ¿desvanecerse? ¿convertirse en espíritu? Dado que la muerte incomoda, existe una tendencia a hacer de ella algo temporal, algo que parece que se puede revertir, un pequeño accidente de trayecto. En “Pasajeros”, por poner un ejemplo, el personaje de Chris Pratt muere realmente, pero la chica le lleva a una suerte de cama médica futurista y, sin tener ni idea de medicina, ni de cómo funciona la cama, logra reanimarle, porque, según las películas, no hay más que darle un par de golpecitos a alguien que está en parada cardiaca para que se reanime y se ponga inmediatamente a bailar por bulerías. Otro ejemplo extremo lo ví en la segunda temporada de “Westworld”. Al malo malísimo le disparan en el abdomen, cae, agoniza, pero al poco rato se levanta. Anda cojeando un poco (¡qué menos después de un balazo que a otros nos habría mandado al hospital!) y se va recuperando sin mayor esfuerzo. Era imprescindible que llegara vivo a la tercera temporada.

Lo peor de todo no es que “Ainbo” me aburriera. Lo peor es que ya había visto la misma historia contada con pequeñas variaciones mil veces. Lo que sucede es que “Ainbo” es más torpe a la hora de disfrazar los tópicos y se le ven todas las costuras.

 

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