“Moving parts” (“Partes movibles”) es una recopilación de once relatos de Prabda Yoon que tienen en común que otorgan buena parte del protagonismo a una parte del cuerpo. Por ejemplo, en “Dedo disgustado” (el título en inglés “Yucking finger” es muy difícil de traducir correctamente), el dedo del protagonismo increpa al protagonista cada vez que toma una decisión que no le gusta como la de casarse justo con esa chica. “El destino es una polla” cuenta una noche en un motel; dos putillas jóvenes hablan de un cliente de edad madura que va de vez en cuando y que se encierra solo en una habitación; otra compañera de oficio cuenta que una vez fue con él a la habitación y resultó que no tenía polla. Acaso el más sorprendente de todos sea “El tapón del culo”. Un oficinista en una torre ve por la ventana cómo un hombre desnudo cae al vacío. El hombre se estampa contra el suelo junto a la puerta de la torre. El oficinista espera algún tipo de anuncio por los altavoces, pero nada. La vida sigue como si no hubiera un hombre muerto a la entrada del edificio. Baja al vestíbulo. En el camino se cruza con dos compañeras de trabajo. Una de ellas está desolada porque ha perdido el tapón del culo. Él se hace cargo del desastre. Sale del edificio para comprar algo en la tienda de enfrente. Tropieza con algo (aunque no se diga, el lector sabe que ha tropezado con el cuerpo muerto) y sigue su camino.
En febrero de 2018 hablé en este blog del libro de relatos de Prabda Yoon titulado “Lo triste fue” (“The sad part was”). Me parecieron unos relatos muy imaginativos, en lo que el autor sabía cómo introducir hábilmente el elemento de la sorpresa. Incluso su tendencia a dejar el final de los cuentos inacabado y colgando en medio de la nada, podía tener su gracia.
En “Partes movibles”, repite la misma fórmula: humor absurdo, surrealismo, introducción de lo inesperado… Sin embargo, esta vez tiene mucha menos gracia.
El humor surrealista enriquece un relato, introduce elementos de sorpresa, de parodia, de ruptura de las convenciones… Pero el peso del relato no puede estar en el humor surrealista. Sería como si todo El Quijote dependiera para lograr su objetivo del episodio de la venta. Sí, tiene su gracia, pero no es lo más relevante de la historia. La enriquece, pero no podría soportar por sí solo el peso de la novela. Los cuentos de “Partes movibles” se agotan una vez que el autor ha soltado la gracieta surrealista y entonces tiene que terminarlos de cualquier manera, porque no hay nada más que contar.
Comparando estos cuentos con los de “Lo triste fue” me ha venido una idea terrible: ¿Y si Prabda Yoon ya hubiera dicho todo lo que tenía que decir en “Lo triste fue” y ahora no le quedase más que repetirse?
Literatura