“Mi primera mujer” es una novela del germano-austriaco Jakob Wassermann. En ella cuenta la historia del escritor pobre Alexander Herzog, que se enamora de la mujer menos conveniente. El inicio de la novela tiene algo de cuento de hadas: “Tenía cinco hermanas- cuatro mayores y una menor. Las seis chicas Melvis eran conocidas en toda la ciudad. Cuando quiera que aparecían juntas, eran como una falange compacta, desde la clásicamente hermosa Lydia a la graciosa Traude, una falange compacta. Su padre y comandante en jefe, el profesor Gottfried Mevis, el faro brillante de la Facultad de Derecho, un hombre muy atractivo, era su Barbarroja.” Las chicas eran muy guapas, todas menos Ganna, que era el patito feo.
No es fácil ser el patito feo. La transformación en cisne sólo ocurre en los cuentos. Los patitos feos de este mundo se suelen gastar una fortuna en el terapeuta una vez que son mayores. Ganna reaccionó a su condición convirtiéndose en la hermana rebelde y refugiándose en su propio mundo, un mundo de arte y aspiraciones estéticas.
Entra en escena Alexander Herzog, un escritor que ha conseguido un éxito modesto con una novela, pero ninguna cantidad significativa de dinero. Ganna le conoce y al momento cae fascinada. ¡Ha conocido a un verdadero escritor! Comienza a acosarle y Alexander ve y no ve a la histérica que hay detrás. A cada encuentro se dejaba querer un poco más y la encontraba más interesante. No hizo falta mucho para que se despertase en él esa tendencia de muchos hombres a ir de caballeros andantes, salvadores de damiselas. “Sentí compasión (…) Pobre y atormentada criatura. Me dije y pude sentir mi corazón latiendo por ella. Aquí había una mujer que huía, una amante, subiendo para verme, una víctima, una perseguida que imploraba refugio, que buscaba un hombro en el que llorar, profundamente inflamada, necesitada de un poco de ternura y de alivio.” La madre de una amiga mía suele decir “por la caridad entró la peste”. Y tiene razón, pero no explica cómo se hace salir luego a esa peste.
Herzog persiste en no ver todas las banderas rojas,- y son un montón-, y acaba comprometiéndose con Ganna; se ha puesto la armadura de caballero andante salvador de damiselas y arremeterá ciegamente contra cualquier obstáculo en su camino. En una conversación con el padre de ésta, donde le anuncia el compromiso, dice que realmente no quiere casarse, pero que es Ganna la que quiere y añade: “Estoy muy encariñado con Ganna. Tengo grandes expectativas de ella. Pero para mí el matrimonio no es esencial.” Este breve parlamento define todos los equívocos bajo los que se casará. No habla de amor, sino de cariño. Lo que le fascina es lo que puede conseguir que Ganna sea, el potencial que ve en ella y que él podría hacer que se desarrollase.
Sus amigos comienzan a abandonarle. No les gusta Ganna y piensan que en el fondo lo que le interesa es emparentar con un familia pudiente. Hay una conversación con uno de ellos,- Eduard Rieman-, que presagia todo lo que vendrá después. Pero los enamorados nunca escuchan:
“– No puedo vivir sin Ganna.
– Eso es diferente, pero tampoco pienso que sea verdad.
– ¿De qué va todo, Riemann? No estoy pegada a ella. Si las cosas van mal, siempre puedo acabarlo.
– (…) Nunca fuiste muy psicólogo, Alexander- dijo.- ¿Realmente piensas que te puedes liberar de ella?”
Se casan y muy pronto la realidad de que nunca estuvo realmente enamorado de ella se impone: “… desde el primer momento hubo culpabilidad en mi relación con Ganna. Nunca sentí ninguna pasión por ella. No me di cuenta de inmediato. Me llevó tiempo entenderlo. Una vez que lo hube entendido, tuve que deshacerme de los súbitos ataques de pasión de Ganna con un hastío secreto…”
Ahorraré al lector cómo las rarezas de Ganna se van convirtiendo en muestras de desequilibrio mental, cómo Ganna se transforma en un vampiro que sorbe toda la fuerza vital del protagonista. También le ahorraré cómo Alexander ve y no ve que el matrimonio se ha convertido en una celda infernal. “Está en la naturaleza del infierno proporcionar cada vez mayores grados de tormento y espanto; piensas que no puede empeorar, pero sólo estás en la antecámara del limbo, una zona de horror moderado…” Como descripción de un matrimonio que no funciona y se ha convertido en un campo de batalla, no tiene precio.
Igual que el lector sabía que Alexander acabaría casándose con Ganna, también sabe que su matrimonio se romperá. La razón de la ruptura se llama Bettina Merck. Es diecisiete años más joven que el protagonista. Está casada.
Desde que se conocen comienzan los breves encuentros, las conversaciones sinceras, los paseos… Y luego vienen esas reacciones extrañas, que uno no comprende, pero que indican que se ha enamorado hasta las cachas y no lo quiere reconocer. Alexander comete el error de llevar a Bettina a su casa. Piensa que es su manera de aseverar ante sí mismo que su relación con Bettina no pasa de una simple amistad. No sabe que las esposas tienen un sexto sentido para saber cuándo sus maridos beben los vientos por alguien, incluso antes de que los maridos sean conscientes de ello. Tampoco sabe que es peligroso dar celos a una esposa y más si está mentalmente desequilibrada.
Finalmente Bettina y Alexander comienzan a vivir juntos y a partir de ese momento Ganna hará de su vida un infierno… Sí, más de lo que lo había hecho hasta entonces.
Uno lee la novela con angustia, angustia agravada porque sabe que el libro cuenta sin apenas adornos cómo fue el matrimonio de Jakob Wassermann. Uno empatiza con Alexander/Jakob y llega a odiar a Ganna. Una cosa es estar loca y otra ser mala persona. Todo parece claro hasta que uno indaga un poco más en la historia que relata la novela y advierte que Wassermann es un narrador un poco deshonesto y que no nos cuenta toda la verdad.
La realidad es que Wassermann, un escritor pobre que había tenido una infancia y primera juventud complicadas, quedó deslumbrado con la perspectiva de casarse con la hija de una buena familia con dinero. No quiso ver todas las banderas rojas, porque estaba demasiado preocupado con el dinero. Julie Speyer/Ganna, por su parte, estaba obsesionada con convertirse en la esposa de un artista, alguien que la trasladase a un mundo más interesante que el de su familia.
El matrimonio fue el desastre que describe Wassermann. El autor menciona en una ocasión y algo veladamente que por su parte había habido infidelidades. “Dado que todas mis relaciones anteriores se habían desinflado después de un año, dos como mucho, Ganna- aunque con un mayor nivel de enfado que en otras ocasiones- todavía esperaba con confianza razonable a que ésta también se terminase. Cuando el final se negó a venir, se desquició por completo.” Adviértase lo que nos está diciendo sutilmente Wassermann: ha tenido otras amantes,- uno supone que para aliviar su desastroso matrimonio-, y Ganna se desquicia cuando advierte que esta relación va más en serio que las otras y tiene perspectivas de durar. Wassermann lo cuenta como si fuese culpa de Ganna no haber sido más comprensiva con esta infidelidad.
Por cierto, que Julie Speyer/Ganna escribió también su versión de la historia: “El corazón vivo: Novela de un matrimonio”. No he podido encontrarla en internet, así que no puedo juzgar sobre su calidad literaria, que intuyo escasa. Parece que con la novela buscó contar su parte de la historia y recuperar de alguna manera su estatus de señora de. El anuncio de la contraportada del libro lo dice todo: “Con esta obra de ficción, la hasta ahora poco conocida autora vienesa tranquila, noblemente y con autoridad toma su lugar al lado de su ex-marido, Jakob Wassermann, su igual en su empresa valiente de zambullirse en las enredadas relaciones entre dos seres humanos. “The living heart” es una novela sobre el final del matrimonio de un escritor, de cómo – por mala suerte, circunstancias externas e intrigas por parte de otra mujer- fue posible que un gran hombre se separase de su familia. En medio de las tormentas emocionales, el carácter de la primera mujer alcanza una escala inolvidable.” Lo mejor es que con esta novela, escrita cuando el matrimonio llevaba varios años roto, ¡Julie pensaba que recuperaría a su marido!
Hace más de cien años que se rompió el matrimonio de Jakob y Julie. Desde entonces se han roto millones de matrimonios. Pero muy pocos nos han dejado un testimonio literario de este calibre (me refiero a la novela de Jakob, no a la de Julie).
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