Siempre me ha parecido que la poesía es el género literario más difícil. La poesía no admite fallos. No puede tener ni una palabra más de las necesarias. La correspondencia entre lo que se dice y cómo se dice tiene que ser perfecta. En un cuento o una novela uno puede permitirse algún párrafo pedestre o algunos adjetivos mal colocados; en un poema no.
Dado que desde que tenemos internet el número de poetas se ha multiplicado exponencialmente, una de dos: o el nivel cultural del mundo hispano-hablante ha subido espectacularmente, o la poesía se ha banalizado de tal manera, que cualquiera que le dé al enter cada cuatro palabras tiene derecho a llamarse poeta. A la vista de la que se ha liado con el último premio EspasaesPoesía, va a ser lo segundo.
El ganador del premio Espasa ha sido el venezolano Rafael Cabaliere. Según el jurado que se lo otorgó Cabaliere tiene “un tinte juvenil y motivador, fresco y urbano, con cientos de miles de seguidores”. De las cinco afirmaciones que hace el jurado la única con contenido real es que tiene cientos de miles de seguidores en instagram (714.000) y en twitter (877.800). Lo del “tinte juvenil” suena a anuncio de champú que te tiñe las canas; lo de “motivador” a libro de autoayuda; lo de “fresco” no sé a qué se refiere, porque lo que él hace ya lo venían haciendo otros poetas como Elvira Sastre o Rupi Kaur, y bastante mejor; lo de “urbano”, ¿significa que vive en una ciudad como el 55% de la población mundial o que tiene urbanidad, que era como se solía decir de las personas de buenos modales? Como que me quedo con lo que dijo uno de los miembros del jurado, el poeta Luis Alberto de Cuenca, cuando le preguntaron por Cabaliere: “A mí no me sonaba de nada el ganador del premio. Ganó por mayoría. No tengo más información al respecto”. Son palabras más sinceras que suenan a sofocón de “madre mía, ¿cómo me han podido liar para que fuera jurado de este premio infumable?”
Aún no se ha publicado el poemario ganador, “Alzando vuelo”, por lo que no puedo juzgarlo. Lo que sí puedo es valorar algunas de las ¿poesías? que Cabaliere ha ido colgando en las redes:
“Un consejo que
te va a servir
toda la vida.
A quien quiera irse
no le detengas”.
“Hay personas con las
que tenemos una conexión
única y misteriosa,
personas con las que
somos felices
desde siempre.”
Más que a Machado o a Lorca, me recuerda a Paolo Coelho y a los libros de autoayuda. Al menos Coelho se curra toda una novela para colocarnos sus recetas banales para la felicidad, Cabaliere ni eso. Su esfuerzo se limita a darle al enter cada pocas palabras para que el texto tenga pinta de poema. Muchos euros de premio (20.000 para ser exactos) para tan poco trabajo.
He titulado esta entrada “La poesía a la deriva”, pero lo que realmente me pide el cuerpo es titularla “La poesía se va al carajo”.
Literatura