He notado que en las novelas y cuentos de Haruki Murakami predominan los protagonistas solitarios, que no acaban de encajar en el mundo. Son protagonistas a los que las relaciones sentimentales les importan mucho por más que no sepan tratar con las mujeres; más aún, se diría que para ellos las mujeres son alienígenas. El resultado es que atraen a mujeres raras y las relaciones que tienen con ellas son más raras aún. El que espere ver una relación normal y que funcione en una historia de Murakami, puede esperar sentado.
Me gusta de Murakami que sabe presentar historias inverosímiles con tal aire de cotidianidad que el lector se las traga con anzuelo, caña y pescador. Sin embargo, a poco que uno reflexione, se da cuenta de que hay un algo de onírico en sus historias, que el aire de cotidianidad es ficticio, que lo que nos cuenta no es algo que ocurra todos los días, ni tan siquiera cada año bisiesto.
“Hombres sin mujeres” es una recopilación de cuentos, cuyo hilo conductor sería: un hombre evoca una relación singular que tuvo con una mujer singularísima y donde no acaba de encajar todas las piezas del puzzle. La tendencia es a que los hombres en cuestión queden más o menos tocados por esa relación.
Un ejemplo es el cuento “Conduce mi coche”. Kafuku es un actor teatral maduro, que necesita un chófer. El chófer en cuestión es Misaki, una joven seria, profesional, de aspecto un poco masculino, pero no carente de cierto atractivo. En sus trayectos Kafuku y Misaki van simpatizando, aunque siempre manteniendo las distancias.
Un día, finalmente, Kafuku le confiesa a Misaki la historia que lleva años escociéndole. Kafuku estaba muy enamorado de su mujer. Tuvieron un bebé que sólo vivió tres días y a raíz de ello decidieron no tener hijos. Fue a partir de entonces que su mujer comenzó a tener historias clandestinas. Kafuku nunca le preguntó por ellas, aunque las conocía. Posteriormente su mujer enfermó de cáncer y ya no se sintió con fuerzas para preguntarle todo lo que hubiera querido saber, empezando por qué necesitaba a otros hombres. Tras su muerte, Kafuku decidió hacerse amigo del último de los amantes que tuvo su mujer… y ahí lo dejo. Y que conste que no es la más complicada de las historias del libro.
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