(El último y sombrío episodio de Escuadrón 136
En 1957 Charlie tuvo que tomar la decisión de si ir a la universidad. Le pareció una pérdida de tiempo. Ya estaba haciendo lo que más deseaba en el mundo, dibujar comics. Por aquellos días conoció a Boon Siong, un dibujante algo más mayor, que había estudiado en la Academia Nanyang de Bellas Artes y le enseñó algunas técnicas del oficio.
Inspirándose en la revista inglesa “Eagle”, en 1957 Bertrand y Charlie lanzaron “Invasión”, una serie futurista. El protagonista, Tommy Tan, había sido criogenizado en Ciudad Lunar, porque la ciencia médica era impotente para curarle de la enfermedad que tenía. Se despierta en 2034, cuando la cámara se queda sin energía. Tommy se encuentra con que Ciudad Lunar ha sido conquistada por unos alienígenas, los hegemones, que han impuesto su propio idioma, el hegemonés. Tommy conoce a dos líderes, que luchan por la independencia de Ciudad Lunar. Uno es Harry Lee Kuan Yew, un abogado que habla un hegemonés perfecto y defiende los derechos de los trabajadores en los tribunales. El otro es Lim Chin Siong, un revolucionario que cuenta con el apoyo del pueblo. Harry y Lim se dan cuenta de que deben aunar sus fuerzas para enfrentarse a los hegemones.
Entretanto los hegemones tienen su propios problemas. Mantener el imperio galáctico es muy caro y perciben que los colonizados ya no los respetan como antes. Deciden que lo que deben hacer es conceder una cierta medida de autogobierno los humanos, permitiendo que haya elecciones, en la confianza de que los ganadores les serán leales.
No hay que ser muy agudo para darse cuenta de que el cómic retrataba la situación política de Singapur en esos momentos, algo que algunos fans le criticaron porque hubieran preferido que se ciñera a cohetes y luchas con pistolas láser. El imperio británico salió de la II Guerra Mundial debilitado, desmoralizado y dependiente de EEUU. Tras la independencia de la joya de la Corona, la India, el mantenimiento del imperio en Asia resultaba cada vez menos rentable. Una retirada ordenada, dejando el poder en manos de élites conservadoras y fiables para sus intereses, parecía la solución menos mala.
Por cierto, que lo del hegemonés también reflejaba la realidad nacional. Singapur era una sociedad pluriétnica, donde el dominio del inglés no estaba lo suficientemente extendido. Lim Chin Siong, que hablaba muy buen mandarín, se esforzó por aprender malayo e inglés. Lee Kuan Yew, formado en Inglaterra y con un buen dominio del inglés, se esforzó por aprender chino. Aun así, Lee Kuan Yew debía de tener cierta admiración por la oratoria de Lim. Una vez lo presentó de la siguiente manera: “Es el mejor orador chino de Singapur, ¡y será el próximo primer ministro!”
En 1958 Charlie Chan creó la tira cómica Bukit Chapalang, que en malayo se traduce como colina-batiburrillo. Se inspiró en cuentos tradicionales malayos que tienen animales como protagonistas. Inevitablemente, como de costumbre con Charlie, el comic tenía un subtexto político. Los animales representaban a los políticos del día: el león era Sir William Goode, gobernador de Singapur de 1957 a 1959; el elefante, David Marshall, el Ministro Principal de Singapur entre 1955 y 1956. Marshall era izquierdista y un hombre de principios, que dimitió tras una viaje fracasado a Londres para conseguir el autogobierno de Singapur; el martín pescador, Lim Yew Hock, el Ministro Principal que sucedió a Marshall y que llevó a cabo una activa política antiizquierdista, que le hizo impopular; el ciervo ratón, Lee Kuan Yew. El ciervo ratón, sang kacil en malayo, es un personaje astuto, que utiliza su inteligencia para derrotar a otros animales más fuertes y poderosos que él. Es una metáfora muy apropiada para Lee Kuan Yew; el gato, Lim Chin Siong; las hormigas, los sindicatos y los estudiantes chinos, que eran las principales fuentes de protestas en el período pre-independencia. Siguiendo con los símiles, los animales deseaban organizar un picnic, lo que simbolizaba el deseo de independencia de Singapur, y los sandwiches representaban el control total de la seguridad nacional que exigía Marshall.
Los titubeos de Marshall a la hora de reprimir las protestas estudiantiles y sindicales le llevaron a chocar con el poder colonial británico. Marshall amenazó con dimitir si no se atendían a sus demandas de autogobierno. Los británicos le vieron el órdago y lo sustituyeron por Lim Yew Hock, que no se anduvo con chiquitas a la hora de reprimir las protestas y de detener a los elementos izquierdistas. La actitud de Lim tranquilizó a los británicos lo suficiente como para otorgarle el autogobierno que había exigido Marshall.
A Bertrand y a Charlie les costó mucho colocar sus cómics entre los editores locales. Unos temían que no hubiera un mercado lo suficientemente grande en Singapur. A otros les asustaban los subtextos políticos de sus tiras. Finalmente encontraron un editor comprensivo que creyó en ellos en De Souza de Federal Printing.
Decidieron entonces crear un superhéroe, pero, como de costumbre, no pudieron mantenerse en el mundo de la fantasía. Así nació “el hombre cucaracha” (por cierto que Daniel y la Quartet de Baño Band hará hace veinte años sacó una canción titulada “el hombre cucaracha”, un superhéroe que tiene el poder de flipar). El protagonista es Ah Guang un hombre que se dedica a recoger en baldes los excrementos humanos, una actividad que estuvo en boga hasta que se creó la red de alcantarillado en los sesenta; las últimas personas dedicadas a esta actividad desaparecieron en 1987. Ah Guang adquiere sus poderes a la manera de Spiderman: le muerde una cucaracha. Bertrand y Charlie utilizaron como base de las historias del hombre cucaracha noticias que aparecían en la prensa amarillista local, a las que daban un giro para abordar cuestiones sociales. Por ejemplo, en “La mujer del sargento” se inspiraron en el asesinato por el sargento británico Lucien Hicks de su mujer y lo utilizaron para hacer una crítica de la justicia colonial.
No obstante, el hombre cucaracha no terminó de cuajar y entonces sobrevino la campaña del gobierno contra la prensa amarillista. Fue entonces que se produjo la ruptura entre Bertrand y Charlie. Bertrand se había cansado de darse de cabezazos contra la pared y de no terminar de encontrar una fórmula ganadora. Además, se quería casar y comenzaba a dudar de que los comics le fueran a proporcionar una vida acomodada. El entusiasmo de Charlie no decayó y decidió seguir su camino solo.
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