Algunos de los testimonios más interesantes sobre la Ayutthata del siglo XVII se lo debemos al holandés Jeremías van Vliet, que fue primero asistente del Director, y más tarde Director, de la factoría que la Compañía de las Indias Orientales (VOC) tenía en Ayutthaya. En 1638 escribió una “Descripción del Reino de Siam” muy instructiva y en 1640 una “Historia breve de los reyes de Siam” y una “Relación histórica del rey Prasat Thong”. La “Descripción” la escribió con el muy comprensible objetivo de salvar su culo y las otras dos “Historias” con la idea, también comprensible, de trepar. A continuación contaré cómo fue todo.
El 10 de diciembre de 1636 varios empleados holandeses de la VOC se fueron de picnic fuera de las murallas de Ayutthaya. El picnic incluyó generosas cantidades de alcohol que provocaron en los bebedores el deseo inmoderado de liarla parda. Dos de ellos se dirigieron a unas casas cercanas y comenzaron a molestar a todos los tailandeses con los que se cruzaban, entraron en varias casas, de donde se llevaron comida y, finalmente, se metieron en un templo muy venerado, donde la tuvieron con los monjes y un poco más tarde con unos siervos del Rey Prasat Thong. Terminaron detenidos y encerrados en los calabozos de Palacio.
El Director de la factoría de la VOC en Ayutthaya, Joost Schouten, estaba de viaje, con lo que el marrón le cayó a van Vliet, que debió de pensar que, para una vez que se quedaba de jefe, anda la que se había montado. En condiciones normales, la situación hubiera sido complicada, pero es que, encima, las condiciones no eran normales. Prasat Thong era un hombre colérico, que pensaba que muchos problemas se resuelven haciendo correr las cabezas de quienes los provocaron. Pero eso no era nada. Lo verdaderamente serio es que Prasat Thong les tenía ganas a los holandeses.
En septiembre de ese mismo año, el Gobernador de la VOC en Batavia, Anthony van Diemen, había dirigido una carta bastante poco diplomática al Rey, en la que básicamente le acusaba de no haber respetado el acuerdo que tenía con la VOC de suministrarle determinada cantidad de arroz, lo que había forzado a la Compañía a buscar proveedores en los países vecinos. No era manera de dirigirse a un Rey y menos a uno que había despachado sin problemas a su predecesor, al tío de su predecesor, al jefe de la guardia palaciega y a varios más.
Van Vliet se encontró de repente con que tenía que aplacar a un Rey que estaba muy, pero que muy enfadado. Entre el 10 de diciembre de 1636 y el 17 de enero de 1637 fue un sinvivir para van Vliet, que no paró de hacer gestiones para salvar a sus hombres. Finalmente el 17 de enero van Vliet fue recibido en audiencia por el Rey, ante el que tuvo que humillarse: por un espacio de unos 60 metros tuvo que andar en cuclillas, llevando en una mano una bandeja con un presente para el Rey; de esta manera reconocía su culpabilidad y pedía perdón.
Van Vliet fue llamado a Batavia. El gobernador pensaba que había gestionado mal el incidente y, sobre todo, estaba furioso por cómo había aceptado humillarse ante el Rey. Van Vliet llegó a Batavia en abril de 1638. No creo que le apenase demasiado enterarse de que van Diemen estaba en esos momentos en las Molucas y que tardaría en volver.
Van Vliet aprovechó el tiempo, escribiendo una descripción del Reino de Siam. Se trataba de demostrar al gobernador que era un chico que sabía mucho y que sería un desperdicio para la Compañía darle la patada. Van Diemen regresó en julio y allá se encontró con ese chico tan majo que en tres meses había escrito un libro muy informativo sobre Siam. Van Vliet había conseguido su objetivo: había salvado el culo.
La “Descripción del Reino de Siam” es una de las más tempranas y más completas sobre Ayutthata, escrita por un europeo. Antes que él, que me conste, habían escrito sobre Ayutthata el portugués Antonio Galvao en su “Tratado del Descubrimiento”, impreso en 1563, el también portugués Fernao Mendes Pinto, el flamenco Jacques de Coutre y el holandés Joost Schouter. Pinto terminó su libro en 1578, pero no fue publicado hasta después de su muerte, en 1614. Su libro, “Peregrinaciones”, es un relato de sus andanzas por el Asia portuguesa y los reinos vecinos. Se lee mejor como libro de aventuras que como libro de descripción detallada. El libro de Jacques de Coutre es de los años 20 del siglo XVII. En él menciona su paso por Ayutthaya y hace una descripción muy somera del país, fijándose sobre todo en lo truculento. A de Coutre le interesaban sobre todo el comercio y la geopolítica, antes de que se la llamase así, y le falta la gracia del viajero impenitente, que sí que tiene Pinto. Schouter, el jefe de van Vliet, dejó una descripción de Ayutthaya práctica y orientada a los intereses de la VOC, que fue publicada en 1638.
La descripción de van Vliet toma prestado mucho de la de Schouter, pero añade muchos elementos, sobre todo de carácter antropológico. Además, van Vliet no se limita a describir, sino que repetidamente ofrece sus opiniones. La descripción recoge todo lo que podía interesar a la VOC: la descripción geográfrica del país, la estructura del gobierno, el estado de las fuerzas armadas, las relaciones con sus vecinos, los productos que produce, su relaciones comerciales, cómo es la sociedad y cómo son sus costumbres…
Aquí y allá van Vliet lanza sugerencias no muy veladas de que Holanda debería conquistar Siam. Su riqueza la convertiría en el trampolín de los holandeses en Asia. Igual que el español Santiago de Vera tres décadas antes, van Vliet apunta que a los siameses les gusta la paz y que son malos soldados, aunque a continuación añade que con reyes belicosos se han revelado como buenos soldados. Más adelante remarca: “… los siameses son más o menos cobardes y en modo alguno son guerreros natos” y un poco despúes señala que su Armada no puede rivalizar con la de una potencia europea. Recuerda la humillación a la que la VOC fue sometida en 1636 y apuesta por darle una lección a “esta nación cobarde”.
Van Vliet describe Siam como un reino muy rico, pero sometido a una Monarquía absoluta, donde el Rey gobierna tiránicamente. La descripción que hace del budismo theravada es como otras descripciones semejantes de otros viajeros occidentales de la época: no se había enterado de nada. Por ejemplo habla de un dios supremo y muchos otros dioses menores; el dios supremo es eterno y ha creado el mundo. Me parece que aquí se lía con el hinduísmo. Asimismo, cuando dice que los siameses son “muy supersticiosos y devotos”, se advierte que van Vliet no era capaz de separar las supervivencias animistas del budismo tradicional. Al menos, describe con exactitud las ceremonias religiosas a las que es obvio que asistió.
Me sorprendió sobre todo la afirmación de que se practicaban sacrificios humanos y que la víctima propiciatoria preferida eran las mujeres embarazadas. Luego he leído otros testimonios y, efectivamente, existía la práctica de enterrar vivo debajo del pilar de la ciudad y/o de las puertas a una persona para que se convirtiera en el espíritu tutelar de la ciudad.
Van Vliet es bastante crítico con los tailandeses. Mientras que su físico es hermoso, sus cualidades morales lo son menos: “… son soldados cobardes, pero crueles con los enemigos sometidos…”; “su carácter es volátil, cobarde, desconfiado, actúan con disimulo, engañosos, habladores y llenos de mentiras. Además de esto, los hombres son en general vagos y lentos…” Las mujeres, a las que encuentra hermosas y bien proporcionadas, son industriosas. Aunque los siameses son lujuriosos y voluptuosos, respetan en gran medida el matrimonio y la pena del adulterio es la muerte. Sin embargo, sesenta años después el francés Nicholas Gervaise hablaría de la fidelidad de los matrimonios siameses y no mencionaría la lascivia. Igual fue que no se enteró de nada. En todo caso, los matrimonios de la gente común parece que seguían reglas más laxas y que las rupturas no causaban mayores problemas.
“La Descripción del Reino de Siam” consiguió su objetivo. Van Diemen se dijo que ahí tenía un subordinado de lo más avispado y que sería una pena enviarle de vuelta a Holanda. En su lugar le nombró Director de la factoría en Ayutthaya. Van Vliet había salvado su culo y encima había trepado.
Dos años más tarde, van Vliet volvió a sentarse a escribir. Esta idea el objetivo era más ambicioso: medrar. Van Diemen tenía curiosidad por los asuntos de Siam y le instó a que le mandase más información. El resultado fue el libro “Breve Historia de los sucesos del pasado y de la sucesión de los reyes de Siam en la medida en que se conoce de las viejas historias”. Es un libro un poco pesado de leer. Cada Rey de Siam, salvo algunas excepciones, es despachado en un par de párrafos estereotipados. Como ejemplo, transcribo uno de los más cortos: “PHRA RAM, SEXTO REY DE SIAM, REINÓ TRES AÑOS. El hijo de Phra Ramesuan llegó a rey a la edad de 21 y fue designado Phra Ram. Reinó por tres años. Tenía poca sabiduría y juicio porque envió al hermano de Phra Thong Chan (asesinado por su padre Phra Ramesuan) como gobernador a la provincia de Suphanburi y le dio tanto poder que el mencionado gobernador le derrotó y le mató y se proclamó rey a sí mismo. No hay nada más que escribir sobre este rey Phra Ram, ya que, como se mencionó, reinó poco tiempo y no hizo nada notable.”
Aunque muchas de las biografías sean así de “apasionantes”, la “Breve Historia” ha servido para establecer el orden cronológico de los reyes de Ayutthaya desde los inicios en el siglo XIV hasta 1640. Estudiar la Historia de Ayutthaya es problemático por dos motivos. El primero es que el material usado para escribir eran las hojas de palma, cuya conservación es difícil. El segundo fue la conquista y destrucción de la capital por los birmanos en 1767, ocasión en la que se perdieron muchos libros.
En 1640 escribió también una “Relación histórica del rey Prasat Thong”, que es el relato de cómo el entonces reinante Prasat Thong había accedido al Trono a base de traiciones y asesinatos. El relato tiene todos los elementos de un drama shakespiriano: la agonía del rey Phra Intharacha quien, a la manera de Alejandro Magno, discute con sus cortesanos sobre quién debería sucederle (en el contexto lleno de intrigas de la corte de Ayutthaya era muy importante tener el asentimiento de los nobles y cortesanos sobre la figura del sucesor); el tío rebelde y noble con mejores derechos sobre el Trono, que se rebela y es derrotado y antes de ser ejecutado advierte al nuevo Rey, Chetthathirat, sobre la perfidia de Prasat Thong; la manera en que el rey es manipulado por Prasat Thong y conducido poco a poco hacia el matadero; el nombramiento del jefe de la Guardia Real como gobernador en una provincia lejana, para quitarle de enmedio y su posterior envenenamiento; el asesinato del hermano de once años de Chetthathirat, al que habían puesto en el Trono en su lugar, y su lamento, que no hubiera quedado fuera de lugar en “Ricardo III” de Shakespeare: “¿Por qué me tienen que matar? Todavía no tengo once años. ¿No le basta a este Consejo de Sangre haber ejecutado a mi tío, a mi hermano y a su madre?¿No basta con que me hayan arrebatado mi reino? ¿Ahora quieren verter mi sangre? Que elijan a un rey y me dejen con vida…”
Aparte de que los acontecimientos fueran dramáticos, van Vliet los escribió con un espíritu que combinaba al literato y al historiador. El relato iba mucho más allá del mero relato histórico. A la manera de los historiadores de la Antigüedad, metió máximas morales, ejemplos del pasado, discursos sentidos y reflexiones políticas. Llama la atención cómo después de haber descrito una ascensión al Trono llena de perfidias, crueldad y traiciones, van Vliet dice: “Sin embargo, merece reseñarse que en los asuntos relativos al gobierno y bienestar de su reino, Su Majestad ha sido un príncipe sabio, cuidadoso y poderoso, que ha mantenido el reino próspero y en paz. Es verdad que el Rey es colérico y presto a condenar, pero mientras que es severo en su gobierno, no es ni tiránico ni sanguinario, porque debe juzgarse que Su Majestad no a condenado a nadie a muerte por razones distintas que la razón de estado y para asegurar su reino. Por este motivo su usurpación astuta será por siempre memorable.”
Van Vliet también consiguió sus objetivos con estas dos obras. En 1642 fue designado gobernador de Malacca y en 1645 Consejero de las Indias.
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