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Nixon en China (3)

Emilio de Miguel Calabiael

7) Cuando el éxito se te sube a la cabeza.

Lin Biao, que se había caracterizado por su adoración a Mao y seguimiento fiel de sus órdenes, empezó a dar señales de que su promoción se le había subido a la cabeza y de que podía convertirse en un contrapoder. Su promoción hizo que muchos enemigos de Jiang Qing se viesen atraídos hacia él. Y fue justo entonces que Lin Biao comenzó a cometer errores de bulto: 1) Criticar a Mao en privado. Pero en un partido comunista ningún comentario es nunca privado. Todo se acaba sabiendo; 2) Mostró demasiada independencia en su manera de conducir las fuerzas armadas hasta el punto de hacer sospechar a Mao; 3) Intentó restablecer la posición de Presidente de la República para que la asumiera Mao. Es decir, repetir la jugada de Lushan y hacer de Mao una reina madre, muy vistosa, pero sin poderes reales. Mao no era tan tonto que no se diera cuenta de la jugada; 4) Se enfrentó públicamente a Mao, negándose a hacer la autocrítica que éste le pedía y oponiéndose también a su idea de acercarse a EEUU para contrarrestar la enemistad con la URSS.

Con el culto a la personalidad de Mao y la marrullería táctica de éste, defenestrarle hubiera requerido una persona decidida, que no le temblase el pulso y carismática. Lin Biao no era nada de eso. Era un hombre de salud frágil, posiblemente opiómano, que tenía las mañas de un cortesano intrigante y hábil, pero no de un gran líder. A medida que avanzaba 1971, se advertía que iba perdiendo poder y que la cabeza le olía a pólvora.

Así se llegó al extraño incidente del 13 de septiembre de 1971. La única certeza de ese día es que Lin Biao, su hijo Lin Liguo, su mujer Ye Qun, una fuerza política de la naturaleza y bastante más inteligente que él, y otros acompañantes murieron cuando el avión en el que viajaban, presumiblemente con destino a la URSS, se estrelló en Mongolia. La versión más extendida dice que Lin Biao estaba preparando un golpe de estado contra Mao y que, al fracasar, optó por la huida. El historiador Yang Jisheng cree que el verdadero muñidor del golpe fue Lin Liguo, que estaba convencido de que era un genio, y que Lin Biao no sabía nada. Lin Biao era un hombre meticuloso y un gran planificador. Yang no cree que Lin Biao hubiese preparado un golpe tan chapucero como aquél. Cuando el golpe hubo fracasado y Lin Biao se enteró, él y su círculo perdieron los nervios y optaron por la huida.

8) Después de Lin Biao.

El incidente de Lin Biao afectó mucho a Mao. Durante muchos años Lin había sido su sicofante favorito. Lo sucedido parecía que ponía en duda las bondades de la Revolución Cultural. Además, con Lin Biao desaparecía la sucesión que Mao había venido preparando. Era consciente de que su salud era frágil y que el tiempo se le iba terminando.

Dos personas salieron ganando con la desaparición de Lin Biao. La primera fue Zhou Enlai, cuya influencia moderadora se volvió ahora más valiosa que nunca. Zhou entendió que la única manera de salir adelante y de hacer frente al hartazgo creciente que sentía la población urbana con la Revolución Cultural, era volver a la normalidad, prestar más atención a la economía y rehabilitar aquéllos que habían sido purgados por los excesos de la Revolución Cultural.

La segunda fue Jiang Qing, que vio cómo había desaparecido alguien que se le había enfrentado en los últimos tiempos. Jiang Qing formó una alianza con el Vicepresidente del PCCh, Wang Honwen, con el Viceprimer Ministro, Zhang Chunqiao y con Yao Wenyuan; más tarde esta alianza se conocería como “la banda de los cuatro”. Sus objetivos eran dos: el poder y ante todo el poder; continuar con la obra de la Revolución Cultural. En su ambición Jiang Qing no advirtió dos cosas: 1) Que su poder era vicario y dependía del poder de Mao; 2) Que ella y sus ideas se habían hecho odiosas para muchos dentro y fuera del Partido.

Ésta fue pues, la situación que se encontró Nixon cuando aterrizó en China el 21 de febrero de 1972. Un Gran Timonel, cuya salud estaba declinando, aunque su cabeza funcionaba tan bien como de costumbre. Un Primer Ministro, Zhou Enlai, que estaba intentando poner algo de cordura y relanzar la economía. Y una banda de los cuatro, enfrentada a Zhou Enlai, que trataba de continuar con la Revolución Cultural.

 

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