Viendo el Festival de Eurovisión cada vez me convenzo más de que tengo xenofobia. Es ver a todos eso extranjeros haciendo el panoli y darme un soponcio. Eso sÃ, mi xenofobia es discriminatoria (los alemanes, franceses, británicos o suecos no cuentan), me molestan sobre todo los paÃses del Este. O no, la verdad es que no se salva nadie. Los suizos, que parecÃan Village People; los moldavos también tan variados; el de Israel (que era como el Frankie Avallon que se le aparece a Frenchy en Grease); el conjunto vocal de los letones, tan relamidos, con su muñeco y su corazón volador; los violines de las del coro sueco; los lituanos, para empezar a darles collejas y no parar (‘we are the winner of Eurovision’… marmolillos); los pupitres y las colegialas de guayominÃ, la peluquera francesa… Las Ketchup y su puesta en escena de danza contemporánea serÃan una birria pedante con aspecto de función fin de curso (y el realizador estarÃa para ahorcarse), pero dan cien patadas a la mayorÃa de concursantes. Vamos a ver, si algunos parecÃan los Happiness, y no estaban de broma. Para todo ese medio pelo, ninguno. O sea, las nuestras y Lordi, los finlandeses escapados del bar de La guerra de las galaxias o de algún mundo raro de Babylon 5. Desde que el Festival de Eurovisión está hecho con molde y parece un formato (¿alguien es capaz de diferenciar los escenarios, los graderÃos circulares, las banderitas de los últimos años?), desde que Eurovisión se escribe con corazón en lugar de con V (cuanto tontolhaba) la cosa se ha descarriado definitivamente. Es que ya ni como ejemplo de kitsch cuenta. El año pasado deberÃamos haber mandado a Las Supremas de Móstoles y éste, a El Koala (con gallinas y todo como las que el viernes se cagaron y pusieron huevos en el plató de Ana Rosa). Me pasa con Eurovisión como con el odioso parchÃs. Me jode que me maten y no disfruto matando. Quiero decir, si ganamos un festival semejante (y me refiero a los últimos años) tampoco es para alegrarse. Y si perdemos es para fastidiarse y mucho. En fin, que ya saben que nos votaron Andorra (12) y Albania (2). Hay que fuck your self. DeberÃamos despedirnos a la italiana. Lo mejor, Massiel en la tertulia (lo peor, Carlos Lozano, cielos). DiscutÃan sobre por qué ganan ahora determinadas canciones y sobre las puntuaciones. ‘Es que antes eran jurados expertos, en tu época y en la mÃa’, le decÃa a Salomé. Claro, eran expertos porque ganaron ellas, no te digo. Vaya, creo recordar que en el jurado español del año de Massiel estaba Natalia Figueroa.
Hemeroteca