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Demonios en la Patagonia

Rosa Belmonte el

“Son jóvenes, reberdes, egoístas”, decía Manuel Díaz, El Cordobés, del chusmazo que hay en su película del Oeste. Son  Jennifer, Oleg, Sarah, Carlos, Hana y Christian. Creo que el problema con la juventud española empezó cuando al personal le dio por poner esos nombres tan chungos. Y lo de Oleg pase, porque fue rescatado de un orfanato ruso. El muchacho es un encanto. “Quiero que trabajes para mí como una puta”, dice a la madre.  En general, este tipo de programas, con ese refinado muestrario de gentuza, son estupendos para reducir la natalidad y los deseos de adopción.

          A estos muchachos de ‘Padres lejanos‘ y a sus padres se los llevan, con un equipo de expertos y terapeutas, a la Patagonia a conducir 200 cabezas de ganado. Una cosa normal, vaya. Y una se pregunta si no se podrían quedar allí. Sarah, una andaluza (casi todos lo son) de pendientes enormes, llega a un sitio donde dan de comer chivo. Para dar de comer chivo hay que matar al chivo. Y cuando ve que cogen al animal, además de gritar al pobre hombre “asesino y pederasta”, se pone como una fiera: “Están flipaos si creen que me voy a comer su comida. A mí me da igual coger anorexia”. Antes, en su casa, y cuando ve llegar a El Cordobés, le suelta “¿Y tú quién eres?”. El torero le dice que se tranquilice. Y ella le contesta: “Me tranquilizaré cuando me fume un puto cigarro, ya que en esta casa no se pueden fumar porros”. Otra de las joyitas,  Carlos, persigue a los novios de su madre con un hacha (también tiene un bate).  Hana echó a su madre de casa (la madre, otro cuadro, había estado en la cárcel por drogas).

El Cordobés, cuyo remotísimo punto en común con los chicos es haber crecido sin padre, no es Pedro García Aguado, pero parece tener empatía. Eso sí, es otro con don de palabra. De hecho, se pone a hablar y parece que está hablando El Fary. Y luego la parada para posar con el horizonte detrás es de traca. ‘Padres lejanos’ no se diferencia de ‘El campamento’, aquel programa derivado de ‘Hermano Mayor’ donde juntaban a otra recua de perlas en un quinto pino para meterlos en vereda. La diferencia es que aquí están los padres. Cuando los vieron llegar en la Patagonia, Sarah fue la única que se alegró y se lanzó a besar y abrazar a su padre.

 Solo falta que, al final, Manuel Benítez El Cordobés aparezca en un ‘tubulán’. A mí ver estos programas me deprime. Es más, me entran ganas de que llegue el fin del mundo. Para compensar, el miércoles me voy a ver el musical de ‘Sonrisas y lágrimas’. Eso son niños, los de ‘Hermano Mayor’ son demonios. 

 

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Rosa Belmonte el

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