Por Manuel Gómez Zaldívar[1] y Fernando Gómez Zaldívar[2]
Diversos estudios recientes documentan que la creciente integración económica entre México y los Estados Unidos, originada por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994, transformó heterogéneamente las estructuras económicas de los estados de México.
Las empresas manufactureras del país solían estar localizadas alrededor de la Ciudad de México y el Estado de México, principal mercado de consumo nacional, donde habitaban, hasta la década de los 80, uno de cada cuatro mexicanos. Con el TLCAN, el principal mercado para las manufacturas producidas en el país se reubicó al norte, con los norteamericanos y canadienses, por lo que la gran mayoría de empresas manufactureras se trasladaron también a esa parte del país. El argumento es que en estas regiones también existía infraestructura y capital humano para establecerse, pero principalmente porque ahora estarían más cerca de los clientes finales.
Esto provocó que la Inversión Extranjera Directa (IED), la producción, el empleo, en la industria manufacturera, entre otras variables económicas, evolucionaran de manera más favorable en algunas entidades que en otras, por lo que se considera que el TLCAN contribuyó a aumentar las disparidades regionales en México. Los estados fronterizos con el vecino del norte (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), han obtenido los mayores beneficios derivados del acuerdo comercial; y en menor medida, algunos estados de las regiones centro y centro-norte del país. Por el contrario, las regiones meridionales y rurales enfrentaron mayores desafíos para atraer inversiones, mejorar la infraestructura y generar oportunidades de empleo, lo que exacerbó desigualdades espaciales existentes.
La figura siguiente muestra la IED acumulada en manufacturas, 2006–2023. Ésta muestra que en el periodo posterior al TLCAN, los estados de la frontera norte y algunos otros del centro norte se volvieron importantes, algunos hasta más que los dos tradicionales del centro del país. En tanto, el sur quedó rezagado.
El impacto espacial del TLCAN también se extendió a las redes de transporte y logística. El acuerdo impulsó el desarrollo de carreteras, ferrocarriles y puertos modernos para facilitar el movimiento de mercancías dentro de México y en América del Norte. Las inversiones estratégicas en infraestructura de transporte mejoraron la conectividad entre los centros de producción, las terminales de exportación y los mercados internacionales, mejorando la competitividad de México en el comercio global. Además, la dimensión espacial del TLCAN influyó en los patrones de uso del suelo y las estrategias de planificación urbana. Las ciudades y regiones con fuertes industrias orientadas a la exportación presenciaron cambios en la asignación de tierras, con zonas industriales expandiéndose e incorporando instalaciones manufactureras avanzadas, centros logísticos y parques tecnológicos. Esta evolución en el uso de la tierra reflejó la integración de México a las cadenas de suministro de América del Norte y la creciente importancia de las zonas económicas especializadas para impulsar el crecimiento económico y la innovación.
Este estudio provee evidencia que todo lo anteriormente mencionado contribuyó a alterar la naturaleza y el grado de sincronización económica entre los 32 estados mexicanos. Mostramos que a partir del acuerdo comercial las economías estatales que co-fluctuan más sincrónicamente son aquellas con características más similares en sus sistemas productivos, i.e., i) que elaboran bienes y servicios más homogéneos (que son más complejos o sofisticados y de mayor valor agregado, medido por el índice de complejidad económica); ii) que tienen un Producto Interno Bruto con una más alta proporción de producción manufacturera; iii) poseen unas estructuras económicas más similares. Nuestra interpretación es, en el periodo de liberalización económica, una mayor similitud entre los sistemas productivos estatales ocasiona ciclos económicos más armonizados porque son sensibles a los mismos tipos de shocks, por su similitud estructural, o porque los shocks se transfieren más rápidamente, al estar más vinculadas (por ser estados más manufactureros o tener más vinculación con el mercado externo).
Finalmente, aunque los hallazgos presentados en este trabajo no constituyen una prueba formal de que el TLCAN ocasionó los cambio en los determinantes de la sincronización económica de los estados mexicanos, los resultados constituyen evidencia empírica que armoniza con esta hipótesis. El ajuste en la sincronización económica es solamente una más de las diversas transformaciones que son atribuidas al tratado comercial; y que en general, los trabajos previos documentan las transformaciones usando el método que nuestro trabajo emplea, haciendo un análisis en el periodo anterior y posterior al inicio de dicho evento.
[1] Departamento de Economía y Finanzas. Universidad de Guanajuato. México. mgomez@ugto.mx
[2] Tecnologico de Monterrey, Escuela de Gobierno y Transformación Pública. México. fergo7@tec.mx
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To cite this article: Gómez-Zaldívar, M., & Gómez-Zaldívar, F. (2024). Estructura económica y sincronización de los ciclos económicos: Evidencia de los estados de México. InvestigacionesRegionales – Journal of Regional Research, 2024/1(58), 163-177.https://doi.org/10.38191/iirr-jorr.24.007
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