Una encuesta de la Universidad de Stanford (y publicada por LiveScience) acaba de confirmar lo que muchos usuarios de un iPhone ya sospechaban desde hace tiempo: que el teléfono ideado hace ya tres a�os por Steve Jobs puede crear adicci�n. La investigaci�n fue llevada a cabo sobre 200 estudiantes propietarios de un iPhone. El 70% de ellos s�lo lo ten�an desde hace menos de un a�o.
Esa es precisamente una de las tendencias m�s sorprendentes del estudio, lo r�pido que un iPhone puede llegar a convertirse en una parte imprescindible de la vida de sus propietarios, as� como el hecho de que la mayor�a de ellos confiesa abiertamente que se sentir�a perdido si de pronto tuviera que prescindir de él.
Pero veamos algunos datos interesantes. Cerca del 85% de los due�os de un iPhone utilizan el teléfono como reloj, y hasta un 89% lo usan como despertador. De hecho, el 75% de los j�venes participantes en el estudio admiten que se meten con su iPhone en la cama al irse a dormir, y hasta un 69% aseguran que es mucho m�s probable que se olviden de la cartera al salir de casa que de su preciado teléfono.
Muchos de los estudiantes son perfectamente conscientes de su dependencia, y cuando se les pidi� que la valoraran en una escala del uno al cinco, el 10% de ellos no dud� en elegir el valor m�ximo, el 34% se qued� en un cuatro y s�lo un 6% afirm� no ser adicto en absuluto. Entre los que no se consideraron del todo “enganchados” al dispositivo, un 32% mostraron su preocupaci�n ante la posibilidad de convertirse en adictos en alg�n momento.
Tres de cada diez encuestados no dudaron en calificar su iPhone como “una ventana abierta al mundo”. Casi el mismo porcentaje calific� el invento de “peligrosamente encantador” y un 41% admiti� sin tapujos que perder su iPhone supondr�a “una tragedia”.
Para Tanya Luhrmann, profresora de antropolog�a de la Universidad de Stanford y m�xima responsable de la investigaci�n, “una de las cosas m�s llamativas que pudimos comprobar durante las entrevistas fue el grado de identificaci�n de los encuestados con su iPhone. Y no era tanto por el objeto mismo, sino sino por la cantidad de informaci�n personal que conten�a, tanta que se hab�a convertido en una especie de extensi�n de su mente y de su vida social. De alg�n modo, era como si (el iPhone) hubiera capturado una parte de su identidad”.
Los investigadores se encontraron también con la tendencia a “humanizar” sus teléfonos de un modo muy diferente al habitual con otros dispositivos electr�nicos. Por ejemplo, el 3% de los estudiantes asegur� que no permit�a a otras personas tocar su iPhone. Otro 3% le hab�a puesto un nombre a su teléfono. Otro 9% lo hab�a acariciado en alguna ocasi�n y hasta un 8% admiti� haber pensado en alguna ocasi�n que “mi iPod est� celoso de mi iPhone”.
La encuesta también sugiere que la creaci�n telef�nica de Apple puede llegar a afectar a las relaciones personales de sus propietarios. Muchos de ellos, en efecto, relataron discusiones con amigos y parientes causadas por el excesivo tiempo que dedicaban a manipular sus dispositivos. Un 7% de los estudiantes entrevistados afirm� tener un compa�ero de cuarto o una pareja que se siente abandonado a causa de la excesiva atenci�n prestada a su iPhone. Seg�n Luhrmann, para ilustrar esas situaciones algunos llegaron a utilizar la expresi�n “viudas del iPhone”.
A pesar de todo, y de que los expertos a�n no se ponen de acuerdo sobre si las varias adicciones a la tecnolog�a deben o no ser consideradas como un problema médico, la investigadora duda a la hora de calificar la del iPhone como una “adicci�n insana”. “No creo que sea perjudicial -asegura la experta- y pienso que realmente les gustan sus iPhones”.
Por el contrario, Luhrmann destaca algunos hechos positivos de esta “iPhonedependencia”. M�s del 70% de los estudiantes entrevistados aseguraron que su teléfono ha hecho de ellos personas m�s organizadas, y el 54% afirma que también m�s productivas. Aparte del hecho, claro, de que un 74% de ellos se siente m�s “cool” por el simple hecho de poseer el teléfono con la manzana mordida. �Quién, en su sano juicio, podr�a resistirse a tantos encantos?
Tecnología José Manuel Nievesel