La compañía de seguridad informática McAfee y la consultora medioambiental ICF acaban de hacer público, en un informe que sin duda levantará ampollas, cuál es la huella de carbono del spam. O lo que es lo mismo, cuál es el impacto ecológico que se deriva del envío, el procesamiento, el filtrado y la limpieza del correo electrónico no deseado. Y si bien es cierto que no se puede decir que dicho informe sea del todo desinteresado (McAfee vende, de hecho, programas anti spam) la verdad es que sus resultados son espectaculares y dan mucho que pensar.
Pero veamos. Entre las conclusiones principales del informe encontramos que, en todo el mundo, la cantidad anual de energía que se utiliza para traansmitir, procesar y filtrar el spam equivale e 33.000 millones de kilowatios-hora, lo que es igual, por ejemplo, al gasto anual de electricidad de dos millones cuatrocientos mil hogares norteamericanos. Las emisiones de gases de efecto invernadero que implica todo este gasto energético son equivalentes a las que provocarían 3,1 millones de automovilistas usando 7.570 millones de litros de gasolina…
“Cuando el mundo se enfrenta al problema creciente del cambio climático -asegura Jeff Green, vicepresidente de desarrollo de producto de McAfee- este estudio muestra cómo el spam tiene un enorme impacto financiero, personal y medioambiental tanto en las empresas como en los individuos”. Un impacto, el ecológico, que se une a las pérdidas multimillonarias sufridas por las empresas y los particulares en términos de utilización de recursos (ancho de banda, memoria) y tiempo.
El estudio asegura que la emisión media de gases de efecto invernadero asociada a cada mensaje de spam es de 0,3 gramos de CO2, lo que equivale, por ejemplo, a las emisiones de un automóvil por cada metro que avanza. Y dado que, sólo durante 2008, se enviaron 62 billones de mensajes de spam, la emisión total de CO2 provocada por el correo basura sería la misma que si diéramos la vuelta al mundo, conduciendo, 1,6 millones de veces. De todo este consumo de energía, cerca del ochenta por ciento se corresponde con los esfuerzos que tanto empresas como particulares deben realizar para librarse del spam (entre los que se borran y los que se abren pensando que son correos útiles).
El estudio de McAfee e ICF recuerda cómo el cierre, en octubre de 2008, de McColo, una de las mayores fuentes de spam del mundo, supuso una reducción de cerca del 70 por ciento del spam total (lo que equivaldría a retirar de las calles a más de 2,2 millones de automóviles). Pero esta reducción en los niveles de correo no deseado duró muy poco tiempo, ya que los “spammers” encontraron rápidamente nuevas vías para difundir sus mensajes. Hoy, apenas unos meses después de ese histórico cierre, el número de correos basura ha vuelto a alcanzar cifras récord.
El estudio termina diciendo que si todos los buzones de correo tuvieran instalado un filtro anti spam, se podría conseguir hasta un 75 por ciento de ahorro energético. Quizá sea el momento de que tanto gobiernos como empresas se esfuercen por hacer cálculos más precisos sobre el tremendo coste que supone esta auténtica plaga de la era internet…
Tecnología José Manuel Nievesel