Se podría decir sin miedo a equivocarse que una buena parte de las presentaciones de IFA de este año han girado alrededor de dos únicas siglas: 5G y 8K. La primera, como todo el mundo sabe, hace referencia a la nueva red ultra rápida de comunicaciones móviles, y está destinada a cambiar el mundo de formas que aún nadie se atreve a predecir.
La segunda es lo último en cuanto a calidad de imagen en los televisores, y supone un gran salto más allá del 4K, al que ya estábamos empezando a acostumbrarnos. Juntas, ambas siglas, significan que los televisores de los próximos años serán capaces de ofrecer una definición sin precedentes, y de conectarse a las nuevas redes rápidas para reproducir en tiempo real incluso los contenidos más «pesados».
La feria tecnológica IFA, que se celebra estos días en Berlín, es un escaparate abierto a este futuro. Un futuro que empieza a materializarse en los productos presentados por las diferentes marcas. 5G y 8K, por ejemplo han llegado ya a mezclarse en un solo dispositivo, un gigantesco televisor de 120 pulgadas presentando estos días por la firma japonesa Sharp. Y si bien es cierto que otras firmas, como Huawei o Samsung, también están trabajando en ello, alguien tenía que ser el primero, y en esta ocasión los primeros han sido los japoneses.
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