En septiembre del año pasado, un equipo internacional de astrónomos publicaba en « Nature» el hallazgo de dos gigantescas burbujas de electrones de alta energía emergiendo, por arriba y por debajo, justo del centro de la Vía Láctea. Medían cerca de 700 años luz, emitían en el rango de las ondas de radio y su tamaño seguía aumentando.
No eran las primeras que se descubrían. En 2010, en efecto, ya se había encontrado algo, si cabe, aún más impresionante: otras dos descomunales burbujas, conocidas como «Burbujas de Fermi» en honor del instrumento utilizado, el Telescopio espacial Fermi de Rayos Gamma, hechas de gas, polvo y rayos cósmicos, emergiendo también del centro galáctico como si fueran las alas de una enorme polilla, una a cada lado de Sagitario A*, el agujero negro que reina en el centro de nuestra galaxia.
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Ciencia