Mercurio está de enhorabuena. La revista Science dedica esta semana toda una serie de cuatro estudios a este pequeño mundo, aprovechando la segunda “pasada” (de las tres previstas) de la sonda Messenger por el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema. Los estudios aportan nuevos e interesantes datos sobre la historia y el estado actual de Mercurio.
La misión Messenger (nombre que viene de MErcury Surface, Space Environment, GEochemistry, and Ranging) constituye nuestra segunda visita al planeta. La primera fue hace casi cuarenta años, a mediados de la década de los setenta, y la llevó a cabo la sonda Mariner 10. El ya citado segundo sobrevuelo de Mercurio por parte de Messenger se produjo en octubre de 2008. Y aún queda uno más antes de que la sonda se establezca permanentemente en órbita alrededor del planeta en 2011.
Dos de los estudios publicados esta semana se centran en la magnetosfera de Mercurio, que es altamente sensible al campo magnético del Sol, y en su delgada y tenue atmósfera, cuya composición también está influenciada por la magnetosfera.
James Slavin y sus colegas del centro espacial Goddard, de la NASA, afirman en Science haber observado intensos episodios de “reconexión magnética“, un proceso por el que las líneas del campo magnético interplanetario se encuentran con las de la magnetosfera del planeta y le transfieren energía, procedente del viento solar. La reconexión magnética de Mercurio es diez veces más intensa que la de la Tierra, en gran parte debido a la gran proximidad de Mercurio al Sol. Los científicos describen estos episodios de transferencia de energía como una “danza de tornados” sobre la superficie de la magnetosfera. Tornados que hunden sus raíces mucho más abajo en la atmósfera.
En un segundo artículo, el equipo dirigido por William McClintock, de la Universidad de Colorado en Boulder, explica su análisis detallado de la atmósfera mercuriana, en la que se ha detectado magnesio, calcio y sodio. La distribución y la proporción entre estos elementos puede arrojar luz sobre los mecanismos que rigen el funcionamiento de la atmósfera de Mercurio. La abundancia de magnesio (material que se forma como consecuencia de la explosión de una estrella) ha sorprendido a los científicos, que no esperaban encontrarlo en tal cantidad en la atmósfera del planeta.
Los dos estudios restantes se basan en nuevas imágenes de Mercurio obtenidas por Messenger. Brett Denevi y sus colegas de la Universidad de Arizona analizan los datos de la misión y los comparan con los obtenidos por la Mariner10. Una de las conclusiones es que una parte sustancial de la superficie del planeta es de origen volcánico. Su corteza parece estar formada por magmas de diferentes composiciones y procedentes de diferentes erupciones sucedidas en un amplio arco temporal.
Como sucede con la Luna, la superficie de Mercurio está salpicada de numerosos cráteres de impacto, testimonio de un gran número de colisiones pasadas. Un análisis más detallado merece el cráter Rembrandt, descubierto durante el sobrevuelo de la Messenger del pasado octubre y que es casi tan grande como Caloris, la mayor depresión conocida del planeta.
Sin embargo, y a diferencia de Caloris, Rembrandt no está rellena por completo con material volcánico, motivo por el cual los investigadores creen que podrán detectaar allí patrones únicos de deformación tectónica del planeta, producida por la contracción de Mercurio a medida que su núcleo se ha ido enfriando a través de los tiempos.
Ciencia José Manuel Nievesel