La paralización del mundo a causa de la epidemia de coronavirus está teniendo una consecuencia inesperada: la reducción de las vibraciones de la Tierra. En diferentes partes del planeta, en efecto, los investigadores que estudian sus movimientos han reportado una brusca caída del «ruido sísmico», que no es otra cosa más que el zumbido que producen las vibraciones de la corteza terrestre. Un zumbido que se ha vuelto mucho más tenue debido a la desconexión de las redes de transporte y la paralización de las actividades humanas.
Según se explica en Nature ese súbito «silencio», además, podría permitir a los sensores sísmicos detectar terremotos más pequeños y actividades volcánicas más sutiles, cuyos datos suelen perderse en medio del incesante ruido de las actividades humanas.
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Ciencia