En cierto modo, sabemos menos de la galaxia en que vivimos que de otras que están a millones de años luz de distancia. La razón es evidente: estamos dentro de la Vía Láctea, y resulta muy complicado hacerse una idea general de su aspecto y dimensiones desde esa perspectiva. Sería como estar en el centro de una gran ciudad y, desde allí, tratar de deducir lo grande que podría ser. Por eso, y ante la imposibilidad de hacer una foto de la Vía Láctea “desde fuera”, nuestras mejores estimaciones se basan en medir las distancias a los objetos que podemos ver en su periferia.
Por ejemplo, basándonos en las observaciones del satélite Gaia, que mide la posición y velocidad de mil millones de estrellas de la Vía Láctea, el año pasado se llegó a la conclusión de que el diámetro de su disco es mucho mayor de lo que pensábamos: unos 260.000 años luz.
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Ciencia