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Cameron se sube al Peñón

Cameron se sube al Peñón
Luis Ayllón el

David Cameron, que es un gran aficionado a pasar sus días de vacaciones en España, se está desvelando, sin embargo, como uno de los primeros ministros británicos más dóciles a las presiones de las autoridades de Gibraltar. Lo sucedido la pasada semana es una clara muestra de ello.

Cameron dio por válido un supuesto incidente con un patrullera de la Guardia Civil, uno de cuyos agentes habría realizado un disparo cerca de Gibraltar, algo que ha sido desmentido por el Gobierno español, tras recabar los datos de la Benemérita. Según la versión española, los agentes persiguieron a una moto náutica sospechosa de realizar tráfico de alguna mercancía ilegal en una playa de La Línea de la Concepción, y que se había dado a la fuga en dirección al Peñón, tras serle dado el alto. Cuando la moto se adentró en Gibraltar, la Guardia Civil cesó en su persecución sin efectuar disparo alguno y puso el hecho en conocimiento de la Policía gibraltareña, que identificó a los tripulantes pero se negó a facilitar los datos de los mismos.

No es la primera vez que el actual Gobierno británico se hace eco de  denuncias gibraltareñas por poco documentadas que estén, y hace efectiva una protesta ante España. Protesta que, por otra parte se hace por una actuación no confirmada que se habría producido en las aguas que rodean el Peñón y que, tanto Madrid como Londres, reclaman como suyas.

Sorprende un poco que al presidente del Gobierno la queja que le transmitió Cameron en un pasillo en Bruselas, le cogiera fuera de juego, hasta el punto de que no supo qué responder. Obviamente, Cameron sí había preparado la puesta en escena, para luego difundir convenientemente ante los medios de comunicación su protesta, para alborozo de las autoridades gibraltareñas.

No tiene el Gobierno de Cameron ninguna intención de hablar con el de Rajoy sobre la soberanía de Gibraltar, y hace oídos sordos a las invitaciones que le llegan desde Madrid para que dé cumplimiento a los acuerdos de la Declaración de Bruselas del año 1984.  Se escuda en que los llanitos no lo desean.

Hacía tiempo que un Gobierno británico no se mostraba tan reacio a tratar de buscar una fórmula de entendimiento con España sobre Gibraltar, y sucede precisamente cuando se van a cumplir los tres siglos de la firma del Tratado de Utrecht por el que nuestro país cedió el Peñón al Reino Unido.

La opción por la que se ha decidido Cameron ha sido, naturalmente, festejada por el Gobierno gibraltareño de Fabian Picardo, quien desde su llegada a Covent Place no ha hecho más que poner trabas a cualquier tipo de entendimiento, especialmente con el asunto de la pesca, que lo único que ha hecho es complicar la vida de varios cientos de familias de la bahía de Algeciras.

Aunque, en realidad, la cuestión de Gibraltar no figura en estos momentos entre las preocupaciones de la ciudadanía española, que tiene otras cosas más urgentes a las que atender, no debería extrañar ni a Picardo ni a Cameron, que comiencen a alzarse voces que reclamen a Rajoy y a su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, algo más que silencios o palabras persuasivas para responder a una actitud claramente hostil.

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