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Dejando un poco de lado el pandemónium montado por la decisión de Mourinho de sentar a Casillas, que más mal que bien está haciendo al club de Concha Espina, creo necesario dedicarle unas líneas de reflexión a Adán. El guardameta blanco, paradójicamente de lo que lo debería suponer ascender a la titularidad del Real Madrid, está pasando por el peor «trago» en su corta trayectoria en el primer equipo blanco. Reconociendo (y el propio jugador lo ha hecho) que su expulsión ayer ante la Real Sociedad parte de una mala decisión con los pies ejecutada de un modo impropio a su calidad, no se puede demoler a un portero que en sus 16 años en el club acumula una trayectoria intachable, en el campo y fuera de él. Adán ni hace las alineaciones, ni es el culpable de la distancia de 16 puntos entre el Madrid y el Barça, ni, por supuesto, tiene voz ni voto alguno en el sainete de la suplencia de Íker. Pero lo más importante, Adán es un gran portero, con edad, planta y maneras para alcanzar un techo muy alto en el fútbol profesional, y el tiempo así lo acabará demostrando. Otra cosa es que la «borrascosa» imagen de ver al bueno de Casillas en el banquillo haya nublado al mirlo blanco.
Es bastante real en el destino de una persona aquello de estar en el momento adecuado en el sitio oportuno. El caso de Adán debe ser la excepción que confirma esta «regla» no escrita de la vida. Su salto deportivo a la titularidad está rodeado de mucho ruido, con un surrealista trasfondo de decisiones, más personales que deportivas, que tiene al madridismo enmarañado en una guerra civil que no va a ninguna parte y que, con la Liga prácticamente imposible, está señalando para mal la calidad deportiva de un portero excelente. Pitar al chaval o colocarlo en un cadalso por un error técnico es, en estos momentos, ventajista e irrespetuoso. Y algunos lo han hecho.
He tenido la fortuna de seguir a Adán desde hace más de seis años, cuando el Real Madrid C de Abraham García deslumbraba en Tercera División con Granero, Callejón y el propio guardameta como estrellas. Entonces, Adán ya manejaba los registros de un portero con hechuras: seguro en el juego aéreo, correcto con el balón en lo pies, buenos reflejos, e intimidador en el mano a mano. No creo que fuera casualidad que estuviese de portero titular de la Selección Sub-19 de los Mata, Piqué o Javí García, campeona de Europa en 2006 en Polonia. Desde entonces ha ido quemando etapas en el C y en el Castilla con muy buena nota hasta asentarse en el primer equipo hace dos temporadas.
Imagino que no debe ser fácil estar bajo la sombra de Casillas. Sencillamente, porque quitarle la titularidad al mejor portero del mundo sería complicado para cualquier guardameta del planeta y para un canterano, que siempre es mirado con lupa, más. Por eso, quizás sería bueno separar al «13» blanco de la polémica decisión de Mourinho y bajar el nivel de decibelios que ha generado la suplencia de Casillas. Si el luso no «mete» la marcha atrás (me cuesta creerlo, pero vete a saber…), quizás Adán tenga en sus manos en lo que resta de temporada partidos de Copa y de Champions claves para el desenlace de la misma. Y si es así, mejor que el chaval pueda hacer su trabajo sin estar pasado de revoluciones o acabará como una tarambana. Ganarán todos: el propio Adán, el equipo, la afición y la institución.
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