Íker Casillas es el mejor portero del mundo. Al menos, lo es para mí. Y para muchos otros también. En el mano a mano, en reflejos, con el balón en los pies, en liderazgo, en personalidad… sólo igual sigue ‘pecando’ en ocasiones de ‘ingenuo’ cuando hay que salir por alto. La perfección no existe. Qué le vamos a hacer. Pero sus ‘milagrosas’ paradas de la última década no sólo han dado títulos y gloria al Madrid (y a España), algunas de ellas, además, ya forman parte de la historia de ‘paradones’ del fútbol. Como aquella a Manu del Moral en el Pizjuán o a Perotti, también en Sevilla, por decir las dos primeras que me viene a a la cabeza.
Bien, dicho esto, no veo por qué tanto revuelo por su no convocatoria para Zaragoza. Es lo que decía en un anterior post (Real Mourinho vs Real Casillas). Estamos ante un callejón sin salida. Ante una ‘absurda’ guerra civil del madridismo que parece no tener fin. Casillas lleva más de dos meses sin jugar por una lesión en su mano izquierda. No viene de una lesión muscular, o de haber tenido un tobillo o una rodilla rota. Viene de estar parado casi 70 días por una fractura en la parte de su cuerpo que más utiliza para jugar al fútbol. Bastante delicado el asunto. Igual algo de precaución hay que tener. Estoy convencido que la confianza de Casillas en su mano lesionada no es aún la adecuada para volver a competir. Lógicamente, después de tanto tiempo parado. Entonces, ¿Por qué tanta prisa? Íker apenas suma una semana de alta médica. Antes o después volverá a una convocatoria y a la titularidad, estoy convencido. Por mucho que Mourinho y él convivan en divorcio. Quedan dos meses de competición y tendrá su momento. Seguro. Pero no es el partido de Zaragoza. No podemos ser más papistas que el Papa.
Y no podemos serlo porque además parece que la portería del Madrid la vaya a defender un tarugo sacado de la huerta hace dos días. Y no es así. La seguirá ocupando un guardameta que en estos dos meses es muy ‘culpable’ de que el Madrid esté en la final de Copa y en los cuartos de la Champions. No deberíamos olvidar la parada de Diego López a Jordi Alba en el último minuto de la ida de Copa. O la de Van Persie en el Bernabéu en el descuento de la ida de Champions. Y qué decir de los tres paradones en los minutos finales de la vuelta en Old Trafford a Van Persie, Welbeck, Rooney y cía… Todas ellas han hecho que el Madrid esté dónde esté ahora. ha estado a la altura de la exigencia que se requería. Y se ha ganado el puesto, con trabajo y humildad . De momento, aunque la nostalgia nos invada, y hablo por mí también, Casillas tendrá que esperar.
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