![El mejor gol de la historia de la Champions](https://abcblogs.abc.es/la-volea-de-zidane/wp-content/uploads/sites/71/2014/05/volea-516x315.jpg)
Hampden Park, Glasgow, 21:30 horas del 15 de mayo de 2002. Un melón (en forma de balón) cae desde el cielo plomizo de Escocia. Su destino es un artista. Y el resultado es una obra maestra. Aquella noche primaveral de principios de siglo en tierras británicas el mundo dejó de girar durante un par de segundos y se detuvo para contemplar el «mejor gol de una final de la Champions League y el mejor gol de una competición europea», UEFA dixit. Su autor era el genio del arte en movimiento, un volatinero del balón, un bailarín con tacos, el Gene Kelly del fútbol: Zinedine Zidane (Marsella, 23 de junio de 1972). Aquella volea con nombre y apellidos: la Novena Copa de Europa es, hasta hoy, el clímax de la historia del Madrid durante los catorce años que llevamos de siglo XXI.
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«Lo que hice fue seguir la carrera por banda izquierda de Roberto Carlos. Luego vi bien cómo salía el centro, no quité los ojos del balón y lo golpeé de volea, sin reflexionar, sin pensarlo. Fue pura intuición», de este modo tan descriptivo detalla Zizou su gol cuando se le pregunta por él. El futbolista francés era poco dado a expresar sus sentimientos en público. En pocas ocasiones, durante su carrera deportiva, pudimos ver a un Zidane emocionado a pesar de los muchos éxitos que le acompañaron desde el principio hasta el final de su trayectoria. Una de las escasas veces que se le pudo ver así fue en aquella mágica noche de Glasgow donde, gracias a su legendario tanto, por fin lograba uno de los objetivos que se le había resistido hasta entonces: la Copa de Europa.
A la tercera, la vencida
Zidane, campeón del mundo y de Europa con la selección francesa, Balón de Oro en 1998 y tres veces ganador del FIFA World Player (1998, 2000 y 2003), entre otros muchos títulos y distinciones individuales, veía pasar sus mejores años como futbolista sin conquistar la madre de todas las copas a nivel de clubes: la Champions League. El galo nadó y nadó capitaneando la Juventus de Turín de Marcello Lippi durante cinco temporadas para ahogarse, en dos de ellas, en la orilla. En la edición de 1997, el conjunto italiano vio como el Borussia Dortmund le quitaba la gloria en la final disputada en el viejo Olímpico de Múnich (3-1, ganaron los alemanes). La siguiente temporada, y precisamente por culpa del Real Madrid, le pasaría tres cuartos de lo mismo. El 20 de mayo de 1998, en el Amsterdam Arena, el conjunto blanco, 32 años después, volvía a levantar la «orejona». Otra vez Zidane se quedaba con la miel en los labios. En el verano de 2001, Florentino Pérez acudiría a su rescate, previo pago de 72 millones de euros, para que el mejor futbolista del mundo de aquel momento pudiera cumplir su anhelo.
Premonición
Nada más llegar a la entidad merengue, Zinedine Zidane concedió una entrevista a ABC donde ya «adelantaba» lo que sucedería en el Hampden Park nueve meses después: «No soy un goleador, pero sí marco tantos elegidos, como los dos que hice en la final del Mundial de 1998 ante Brasil. El próximo seguro que será en el Madrid y creo que puede ser en la final de Champions, en Glasgow». Dicho y hecho. Zidane rubricó con grandeza el 15 de mayo de 2002 lo anunciado en este diario el 24 de agosto de 2001. Eso sí, en su habitual línea de timidez y humildad, durante estos doce años desde aquella gesta, nunca ha erigido como propia la bandera de la Novena. Todo lo contrario: «La gente habla mucho de mi volea en Glasgow, pero fueron las paradas de Iker las que nos dieron aquella Champions», asegura Zizou cuando se le cuestiona por ello.
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Curiosidades del destino, Zidane y Casillas pueden ser otra vez protagonistas en una Champions League. El guardameta será titular en la final de Lisboa y por sus milagrosas paradas pasarán muchas de las opciones de lograr la Décima. El francés, en su primer año en los banquillos, como ilustre ayudante de Carlo Ancelotti y referente de la plantilla, ha sido pieza clave en la buena marcha del equipo. Doce años después de Glasgow, el heredero de su eterna y famosa volea está más cerca que nunca.
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