La Copa del Rey, dada la naturaleza y la historia de un rascacielos como el Real Madrid, no puede salvar una temporada en la que se perdió la Liga en agosto y en la que se cayó, por tercera vez consecutiva, en semifinales de la Champions. Pero siempre será mejor marcharse de vacaciones con un título en el petate playero, que con un rosco sobre tus hombros y una depresión de campeonato. Parece que Mourinho no debe pensar lo mismo.
A tan sólo seis días de disputarse la final en el Bernabéu, el entrenador del Madrid volvió a anteponer sus intereses personales a los del club. Su otrora fiel escudero Pepe continúa exiliado del equipo por el oprobiado Mourinho, cuya petulancia no le permite aceptar que el defensa le ‘recriminara’ en público su actitud con Casillas. Así que mientras el tres blanco comía pipas en la grada de Cornellá, su técnico cometía la estupidez de poner a Varane de titular en un partido intrascendente y con el Atlético esperando a la vuelta de la esquina. Y claro, si juegas con fuego, te quemas. Con Ramos lesionado y su presencia dudosa para el derbi copero, el francés, el otro central titular, en vez de estar ahora descansado y entrenando junto a sus compañeros preparando la final, está en la Clínica Sanitas La Moraleja a la espera de saber cuántas semanas (si es que no son meses) le esperan de baja tras lesionarse el menisco en la ‘final’ ante el Espanyol. Falcao y Diego Costa se frotan las manos. No me extraña.
Dijo Sergio Ramos el jueves pasado que era el momento de dejarse de polémicas, aparcar los egos individuales y pensar sólo en ganar la final de Copa. Mourinho debió entenderlo al revés: pensar en polémicas y en uno mismo y dejarse de la final de Copa. Y es que el equipo es secundario. Lo primero, como siempre, su dichoso ego. Sí, ese que es más fácil saltarlo que rodearlo.
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