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La lucha contra el crimen organizado multinacional

La lucha contra el crimen organizado multinacional
Jorge Cachinero el

Las amenazas generadas por el crimen organizado multinacionalTransnational Organized Crime (TOC), en inglés- crecen a un ritmo inversamente proporcional al deterioro de la cooperación multilateral entre las naciones y al declinar de la coordinación entre los sistemas de justicia penal internacionales.

El cambio dramático del escenario geopolítico mundial en curso:

  • aleja la expectativa de una mayor colaboración internacional,
  • agranda las líneas de fractura entre actores estatales y
  • pone en peligro de paralización al proceso de formulación de políticas públicas para combatir mejor el TOC de una forma conjunta.

Los ingredientes fundamentales para una cooperación internacional eficiente, en cualquier ámbito, son la confianza y la reciprocidad.

En estos momentos, el mundo sufre de un déficit alarmante de confianza, bien escaso, por el momento, y de una creciente polarización que, en el fondo, cuestiona los liderazgos actuales y que parece abocar a una reaparición de bloques enfrentados.

Sin duda, las buenas prácticas en la lucha contra el TOC abundan.

INTERPOL –International Criminal Police Organization, en inglés-, por ejemplo, es una organización intergubernamental ejemplar y muy efectiva en la cooperación policial entre sus 195 países miembros, a quienes facilita compartir y acceder a datos sobre delitos y sobre delincuentes y ofrece ayuda técnica y operativa con el objetivo de trabajar conjuntamente para hacer del mundo un lugar más seguro.

En los Balcanes, por otro lado, existen arreglos informales entre fiscales de 12 países -en 2019, eran sólo 5- especializados en la persecución del TOC.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), por su parte, aprobó, en el año 2000, un tratado contra el TOC –United Nations Convention against Transnational Organized Crime (UNTOC), en inglés-, también conocido como la Convención de Palermo, que entró en vigor en 2003.

Existen, además, numerosas organizaciones de la sociedad civil que trabajan en favor de la prevención de la criminalidad o de la recuperación de los activos en manos del TOC obtenidos a través de sus actividades ilegales.

Por todo ello, la cooperación internacional contra el TOC es imprescindible si se quiere tener éxito al hacerle frente.

La naturaleza multinacional del crimen organizado crece y la convergencia entre sus distintas áreas de actividad, entre el modelo de negocio del TOC y el terrorismo internacional, especialmente, el de matriz yihadista, hace que su combate deba basarse indispensablemente en la cooperación internacional.

Sin embargo, ésta, más veces de lo que fuera deseable, es compleja, lenta y deslavazada -especialmente, en todo lo referente al traslado de evidencias para los casos penales-, lo que genera frustración en esa lucha.

Como reacción a estas carencias, la cooperación formal está siendo reemplazada por medidas y por acciones unilaterales e informales.

Los gobiernos, los parlamentos, las fuerzas y los cuerpos de seguridad y los sistemas de administración de justicia deben elegir entre las opciones que tienen ante ellos sobre cómo quieren organizar el futuro de la cooperación internacional de la justicia penal a la hora de hacer frente al TOC.

Analistas del Global Initiative against Transnational Organized Crime (GI-TOC) -plataforma independiente de la sociedad civil, creada en 2012 y residenciada en Ginebra, Suiza, con el objeto de promover un mayor debate y enfoques innovadores que sirvan de base para una estrategia global contra la delincuencia organizada- han identificado cinco posibles escenarios de actuación de los Estados ante el crimen organizado multinacional.

1.- Los Estados podrían forjar una voluntad política suficiente para remodelar y para perfeccionar el régimen y los mecanismos actuales de cooperación internacional de tal forma que pudieran seguir juntos en esta tarea inmensa.

Esta perfección obligaría a reinventar y a proteger la arquitectura de este régimen de cooperación internacional, mediante:

  • el refuerzo de aquellos de sus aspectos que funcionan correctamente, para no retroceder, lo que no es una opción viable, y
  • la exigencia de hacer aflorar un liderazgo fuerte y visionario con el coraje suficiente para definir estrategias accionables e iniciativas creíbles.

Este es un escenario de materialización complicada a la vista de las incertidumbres geopolíticas crecientes, de los paradigmas políticos contrapuestos y de las asimetrías en las capacidades de los Estados.

2.- De forma alternativa, los gobiernos podrían preferir la opción de los arreglos regionales y bilaterales y, así, intentar avanzar en la lucha contra el TOC de una forma en la que estuvieran descoordinados unos de los otros.

3.- Otro curso posible de acción sería que los Estados escogieran ir cada uno por su lado, en un proceso de unilateralismo creciente.

En este escenario, los gobiernos nacionales podrían avanzar, respectiva y aisladamente, su propio menú de medidas, aunque éstas fueran problemáticas e ineficientes.

Este curso de acción podría ser una alternativa preferida por las grandes naciones, que, con sus soluciones unilaterales, operarían más allá, o, incluso, en contra, de los acuerdos multilaterales existentes, y con una menor preocupación por las consecuencias no deseadas de esta forma de proceder.

4.- En cualquiera de los dos casos anteriores, las soluciones regionales o bilaterales informales, a través de métodos alternativos -arreglos sin ataduras legales, por ejemplo-, o el que cada Estado vaya por su lado, pueden acabar provocando un retroceso en el sistema de leyes y normas creadas a este efecto durante los últimos años.

5.- Quedaría, por último, la opción de que los Estados optaran por una renovación o una revisión radicales de los regímenes multilaterales existentes, que incluyera sistemas de arbitraje y de fiscalización para prevenir las acciones unilaterales de los gobiernos nacionales.

El clima actual de las relaciones internacionales no invita al optimismo, especialmente, cuando el elefante en la habitación, sobre el que a nadie le gusta hablar, es que la ausencia de una estrategia global de lucha contra el TOC tiene que ver con el hecho de que algunos actores estatales son parte de este problema porque son facilitadores o, incluso, cómplices necesarios del TOC.

 

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