Egipto y la resolución política del conflicto en Siria

La crisis siria comenzó, en 2011, inicialmente, como parte del fenómeno más amplio de la llamada primavera árabe -que, también, sacudió a Egipto, en ese mismo año-, con el estallido de una guerra civil provocada por un levantamiento contra el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, que, posteriormente, atrajo la participación de varios actores internacionales, estatales y no estatales, y contribuyó a precipitar el surgimiento del Estado Islámico (EI) en el este de Siria.

Está pendiente de ser contado con detalle qué país financió la creación, el surgimiento, el desarrollo, el entrenamiento y el suministro de armas al EI.

La posición del gobierno de Egipto hacia la resolución política, pacífica y definitiva de la crisis de Siria se fundamenta sobre dos pilares.

1. En primer lugar, Egipto rechaza la hipótesis del derrumbe del Estado sirio a manos de fuerzas extremistas y terroristas.
2. Asimismo, este principio básico de la política exterior egipcia en el Próximo Oriente no es óbice para que, de forma complementaria, Egipto respalde las aspiraciones legítimas del pueblo sirio para acceder a un futuro mejor y más próspero.

En definitiva, Egipto defiende la resolución política de la crisis de Siria de acuerdo con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad (CS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), adoptada el 18 de diciembre de 2015, de forma y manera que

• se proteja la vida de los ciudadanos sirios,
• se preserve la unidad y la integridad territorial del Estado sirio,
• se ponga fin a cualquier forma de intervención extranjera y
• se eliminen todas las organizaciones terroristas que operan, todavía, en aquel país.

Al hacerlo así, Egipto aspira a que se cree un clima propicio para el retorno de las personas refugiadas y desplazadas fuera de sus hogares o más allá de su país, en línea con los términos y condiciones marcados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Egipto respalda una resolución política del conflicto sirio que lo separe de las dinámicas de otros conflictos regionales o internacionales en los que algunos actores, estatales o no estatales, que han estado instigando la guerra civil siria durante todos estos años, están interesados y pudieran tener la tentación de utilizar a Siria como ficha para la negociación sobre otros escenarios.

En esta tarea, Egipto está poniendo el énfasis en la necesidad vital de combatir en Siria a todas las organizaciones terroristas, clasificadas como tales internacionalmente, sin discriminación o sin excepciones, que allí han estado o siguen operando.

El gobierno de Egipto está persuadido de que este esfuerzo debe llevarse a cabo, sin desfallecer, para acorralar y para perseguir militarmente, sobre el terreno, a esos grupos radicales y terroristas, de manera que se desmantelen sus fuentes de financiación, que se impida a sus miembros el que se puedan mover libremente de un país a otro y, sobre todo, que sea efectivo el que a cualquier parte -incluidos Estados, ya sean occidentales u orientales- que haya apoyado, esté patrocinando o esté armando a organizaciones terroristas, se le haga responsable por esos actos.

Para lograr todo lo anterior, Egipto aspira, en concreto, a que el CS de la ONU, que el pasado 11 de julio, votó a favor de prorrogar los envíos de ayuda vital humanitaria al noroeste de Siria desde Turquía durante seis meses, vuelva a prorrogarlos en enero, si no es posible un acuerdo de mayor permanencia en el tiempo.

Mientras tanto, Egipto confía en que, en general, el enviado especial del secretario general de la ONU para Siria, Geir O. Pedersen, consiga hacer avanzar el proceso político interno en Siria, aislar la crisis siria de la competencia entre las grandes potencias y mantener el interés de los donantes comprometidos en la reconstrucción de Siria, a pesar de las demandas competidoras de ésta, que, indudablemente, surgirán, una vez concluya el conflicto en Ucrania.