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Bolivia, recaída por culpa del fraude electoral

Bolivia, recaída por culpa del fraude electoral
Luis Arce Catacora (i), Evo Morales (d)
Jorge Cachinero el

Los años de 2019 a 2021 fueron los de la sublimación del fraude electoral como método criminal para que el narco comunismo continúe en el poder en Bolivia.

En realidad, Bolivia reproduce el proceso llevado a cabo por Hugo Chávez en Venezuela, a través de la Asamblea Constituyente de 1999, para implantar el modelo del socialismo del siglo XXI, es decir, del comunismo en el siglo XXI.

Hugo Chávez, 1999

Esa misma receta castro chavista de Venezuela fue utilizada en Bolivia para que Evo Morales pudiera presentarse a su segunda reelección como si fuera la primera, consolidar, así, un tercer mandato presidencial y lograr forzar, además, la posibilidad de disfrutar, incluso, de un cuarto.

Todo ello, después de haberse realizado un referéndum vinculante en 2016 que le negó la posibilidad de esa postulación reiterada, por el que Morales pretendía transformar un supuesto derecho político en un derecho humano ilimitado.

La realidad es que las sospechas sobre el carácter fraudulento de las victorias electorales de Evo Morales surgieron desde la primera de 2005.

La crisis política boliviana de 2019 ocurrió tras las elecciones generales de 20 de octubre de aquel año y la publicación posterior de un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el que se denunciaban irregularidades en dicho proceso electoral.

Organización de Estados Americanos (OEA)

De hecho, la misión de la OEA en Bolivia detectó serias irregularidades en las actas electorales y cuestionó la cadena de custodia de esas actas en su traslado desde los recintos de votación hasta los de cómputo.

Múltiples informes independientes, incluido el de la Unión Europea (UE), compartieron el criterio de la OEA.

El fraude electoral de 2019 en Bolivia fue polifacético.

En primer lugar, se había introducido, de forma extraordinaria, un sistema de resultados preliminares para facilitar, aparentemente, el poder hacer públicos resultados aproximados inmediatamente, de manera expedita y respaldada por actas digitales.

Lo que ocurrió, en realidad, es que ese cómputo preliminar fue suspendido para, más tarde, cancelarse, también, el cómputo oficial.

En definitiva, los resultados tardaron en hacerse públicos, dado que el escrutinio se convirtió en un proceso continuo y que duró entre tres y cinco días, dependiendo de las mesas y de las zonas electorales.

El caos existente forzó, 24 horas después de concluir las elecciones, a que el vicepresidente del Tribunal Electoral de Bolivia, Antonio Costas, renunciara a su cargo al alegar discrepancias graves con sus colegas.

Además de las denuncias de la OEA, Ethical Hacking -empresa encargada del análisis de vulnerabilidades del proceso electoral y de ratificar su integridad- denunció irregularidades en el comportamiento del propio Tribunal Electoral de Bolivia y de Neotec, es decir, la compañía encargada de las operaciones tanto del cómputo preliminar como del oficial.

Para sorpresa de muchos, Ethical Hacking reveló la identificación de sistemas de cómputo alternativos a los dos previstos y denunció la existencia de actas electorales preliminares, es decir, que se habían fabricado antes, incluso, de la propia jornada electoral.

Por otra parte, como en otros países de América en los que se han cometido fraudes electorales, numerosos fallecidos figuraban en el censo electoral y estaban, por lo tanto, habilitados para votar e innumerables papeletas de voto fueron encontradas en depósitos clandestinos listas para ser trasladadas a los centros de votación y rellenar las urnas ilegalmente.

Se identificaron, igualmente, inconsistencias grafológicas y el uso de bolígrafos y de tintas distintas dentro de las mismas papeletas.

9.100 de las actas electorales, de un total de 35.000, tenían vicios, falsedades o irregularidades, 3.600 de los resultados de las actas preliminares no coincidían con las finales, las sumas de los votos estaban equivocadas en numerosas ocasiones y se ajustaron manualmente, de forma no certificada, las diferencias de los votos computados.

Para completar este espectáculo bochornoso, el que era ministro de Justicia y de Transparencia de Evo Morales, Héctor Arce Zaconeta, fue denunciado por 30 funcionarios del propio ministerio que Arce dirigía por haber cambiado actas.

Héctor Arce Zaconeta

Tras el fracaso del intento de reelegir fraudulentamente a Evo Morales en 2019, Héctor Arce se refugió en la residencia oficial de la embajada de México en La Paz durante los meses de interregno democrático hasta que las elecciones, también fraudulentas, de 2020 restauraron al partido de Evo Morales -Movimiento al Socialismo (MAS)- y eligieron a su candidato, Luis Arce Catacora, como presidente de Bolivia.

Hoy, Héctor Arce es el embajador de Bolivia ante la OEA.

Toda aquella manipulación gigantesca de los votos válidos totales en 2019 permitió, inicialmente, el que Evo Morales reclamara haber obtenido una diferencia de más de diez puntos porcentuales sobre el segundo candidato y, por tanto, haber obtenido la victoria y su reelección sin necesidad de que se acudiera a una segunda vuelta electoral.

Desgraciadamente, todas las irregularidades de 2019 se repitieron en la elección de Luis Arce en 2020.

El sistema está, de forma planificada y consciente, amañado con el objetivo de producir resultados falsos y adaptados al MAS y a su estructura de poder en Bolivia.

Para ello, se contratan compañías que efectúan el escrutinio y la suma de los votos a través de máquinas electorales y su software correspondiente, que alteran los resultados finales.

En realidad, si, en 2019, los resultados estaban cargados en el sistema antes del día electoral, en 2020, se provocó la interrupción del conteo de los votos en mitad de la noche para poder alterar hasta 9.000 de las 35.000 de las actas electorales.

Esta manipulación dolosa del proceso electoral está amparada por un sistema corrupto, que permite irregularidades y actos negligentes o criminales, que cuentan con el respaldo de la Junta Electoral y del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia.

En Bolivia, como en otros países de América, se ha impuesto el método del fraude electoral, que mantiene la apariencia de que los ciudadanos votan, aunque, en realidad, no elijan, para avanzar el programa del socialismo del siglo XXI, es decir, del castro chavismo, del narco comunismo, en definitiva, del comunismo en el siglo XXI.

 

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