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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Taberna Fina y un sitio de moda, novedades en Lisboa

Taberna Fina y un sitio de moda, novedades en Lisboa
Carlos Maribona el

Termino la serie portuguesa con un apunte sobre dos novedades en Lisboa que he podido visitar estos días: Taberna Fina y Je Ne Ç Quoi. Dos estilos muy diferentes, pero buenos exponentes de la evolución que ha registrado la capital portuguesa en estos últimos años.

TABERNA FINA. Situada en el hotel de lujo Le Consulat, en la céntrica plaza de Luis de Camoes, en la parte alta del Chiado. Es la última aventura de ese personaje gastronómico que es André Magalhaes, del que les he hablado mucho por su Taberna da Rúa das Flores, la tasca canalla que es una de mis direcciones favoritas en Lisboa. Pocos saben como André de cocina portuguesa (y de las que fueron colonias de ese país). He tenido la suerte de compartir con él muchas sobremesas y siempre he aprendido mucho.

Vista de la plaza Luis de Camoes desde el comedor

En esta Taberna Fina, el espacio, lógicamente, es más refinado, aunque mantiene ese aire de taberna. También la cocina pierde el aire canalla de la Rúa das Flores, aunque conserva la apuesta por la tradición portuguesa y por el producto muy ceñido a la temporada, sin hacerle ascos a técnicas actuales. Se accede por el hall del hotel y hay que subir un tramo de escaleras (se han respetado las antiguas del edificio) antes de entrar en un moderno bar de copas, donde se puede tomar un cóctel antes de la cena. Una antigua puerta da acceso al comedor, dividido en dos pequeños espacios. Las mejores, las mesas junto a las ventanas que dan a la plaza, con todo el bullicio del Chiado a la vista. Poca luz y una decoración peculiar en la que se entremezclan elementos tradicionales y otros de arte contemporáneo (foto que encabeza el post).

Caballa marinada

Taberna Fina sólo abre por las noches. Y sólo ofrece un menú. Eso sí, con precio muy atractivo ya que cuesta 56 euros. Añadan una cuidada oferta de vinos portugueses que varían con frecuencia. Pueden acompañar con algunos de ellos el menú por unos 25 o 30 euros. Aunque André suele estar allí, pendiente de todo, el equipo de sala, muy amable, me pareció que todavía necesita rodaje, andan un tanto despistados.

Porco preto

Comenzamos con unos aperitivos (uno con manzana verde, otro con piel de pollo frita) bastante flojos. Nada que ver con la estupenda caballa marinada con espuma de pepino, encurtidos, hinojo y borraja, un gran entrante. Tras ella llega el pan a la mesa. Una pieza grande de pan artesanal que elabora uno de los mejores panaderos de Lisboa. Se presenta sobre piedras calientes para mantener su temperatura. André cogió la idea en una cena que compartimos el año pasado en A’Barra, donde lo sirven así. Acompañado por buenas mantequillas (esto de las mantequillas de calidad es un detalle que se cuida mucho en Portugal).

Focaccia de corvina

Sigue un plato de porco preto (cerdo ibérico), producto que se está poniendo en valor en Portugal. Encima un fiambre muy rico y debajo carne picada a la que le falta algún elemento que la potencie un poco. Muy divertido el siguiente plato, que recupera un tanto el espíritu canalla de una taberna popular. Dentro de una focaccia (de nuevo muy bueno el pan) hay trozos de corvina aliñada cuya salsa empapa la miga. Se puede abrir el pan, sacar el pescado y comerlo en el plato, y se puede también comer como un bocadillo. Al lado, unas verduras como acompañamiento que, si se desea, se pueden incorporar también al bocadillo. Original propuesta.

Cordero con salsa de nísperos

Terminamos la parte salada con un cordero guisado y deshilachado, inspirado en una receta tradicional portuguesa. Con una salsa de nísperos, fruta de temporada, y los propios nísperos en vinagre. El cordero es de cuatro meses, potente, y contrasta bien con el peculiar sabor de la fruta. Me gustó la combinación. Como prepostre, un agradable helado hecho con pepitas de una fruta que procede de Santo Tomé. Siento no recordar el nombre. A continuación un postre muy fresco, a base de distintos cítricos sobre una tarta de naranja. Y terminamos con una tartaleta de chocolate y polen con gominolas de Jerez.

Postre de cítricos portugueses

A falta de ajustar el servicio de sala y de redondear algunos detalles, esta Taberna Fina se convierte en otra buena dirección en Lisboa. Para añadir a la cada vez más atractiva oferta de la capital portuguesa.

JE NE Ç QUOI. En la Avenida da Liberdade, rodeado de todas las tiendas de lujo de la ciudad en las que compran sobre todo angolanos y brasileños (las antiguas colonias son ahora más ricas que la metrópoli), se encuentra este espectacular y enorme espacio, el sitio más de moda en Lisboa. Local que podríamos encontrar en Londres o Nueva York, con dos zonas diferenciadas, el restaurante (con un esqueleto de dinosaurio de tamaño natural presidiendo la sala) y el Deli Bar, e incluso alguna tienda “fashion”. Lleno hasta la bandera a diario, con horario ininterrumpido y gente entrando incluso más tarde de las 11 de la noche, algo que para esta ciudad, entre semana, es muy poco habitual. Público muy variado, desde empresarios trajeados hasta jóvenes a la última, y muchos turistas, especialmente los citados brasileños y angoleños. Y un equipo de sala algo estirado, pero muy profesional.

Comedor de Je Ne Ç Quoi

No me suelen gustar estos sitios de moda, de los que tantos ejemplos tenemos en Madrid, donde lo más importante no es precisamente la gastronomía. Pero el empeño de mis amigos lisboetas me llevó a cenar allí. Como es habitual en este modelo de restaurantes, carta para todos los gustos, con muchas concesiones a la moda, desde burrata o cangrejo de Alaska hasta ceviche, y los correspondientes apartados de pastas o de ensaladas. Los precios me parecieron muy altos para lo habitual en Lisboa, sin embargo, el producto que manejan es más que razonable, pero con presentaciones pretenciosas y una tendencia general a pasarlo todo de punto.

Bacalao con grelos

Pasados de punto los langostinos “calientes”. La colas, ya peladas, salteadas y bastante resecas. Pasado también un lomo de bacalao con costra de maíz y guarnición de grelos y patatas enteras al horno. Una lástima porque el bacalao era de mucha calidad. Y pasada también una chuleta, que me dijeron que era de vaca gallega, y es muy probable porque el sabor era intenso, poco habitual. Me sorprendió encontrar esta carne, hecha a la parrilla, en un sitio como este. “Chuletón Txogitxu” lo llaman en la carta. Servida con su hueso, bien fileteada. Desde luego si no la hubieran pasado de punto podría haber estado a la altura de la de cualquier buen asador en España. Además, muy bien las patatas fritas que la acompañaban.

Chuleta de vaca gallega

Muy correcta la terrina de foie gras, con brioche tostado y una compota de chalotas. Y extraña una “tortilla”, así aparece en la carta, con trozos, pocos, de patata y muchos boletus. Muy gruesa pero jugosa. Si no llevara ese “aroma” artificial de trufa blanca… Y al final, la bandeja de postres. Otro espectáculo. Ya saben que los portugueses son bastante más golosos que nosotros. Pequeñas tartas y pasteles que entran por los ojos incluso a los que no somos muy de dulce. Parte de ellos son de una pastelería mundialmente conocida, Ladurée, que tiene tienda en Lisboa. No tuve más remedio que probar una tartaleta de fresas con nata. Estupenda. Tal vez esta parte de los postres sea lo mejor de un sitio adecuado para quienes quieran conocer lo que está de moda en la capital portuguesa.

Carro de postres

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