Más allá de la demagogia consustancial con el peronismo, el salto sólo se comprende como un arrebato histérico tras el ninguneo generalizado, y alguna advertencia como la de Obama, que hubo de soportar durante el fin de semana en la cumbre de Cartagena. La expropiación no es una medida del Gobierno argentino. El PEN, el Poder Ejecutivo Nacional, es ella misma; un órgano unipersonal y a la vez piramidal, con funciones colegislativas como acaba de demostrar, y del que acaba dependiendo hasta el ballet nacional.
Los cálculos de Fernández son elementales: los españoles no pueden hablar demasiado alto teniendo aquí importantes inversiones y, para más inri, buena parte de ellas en sectores regulados, como las telecomunicaciones y el financiero. Línea de pensamiento ésta que denota la frívola irresponsabilidad de un gobernante populista, sí, pero además ignorante de la mecánica que rige los movimientos internacionales.
El peronismo nació así, poniendo patas arriba un sistema todo lo oligárquico que se quiera, y habitual en aquellos tiempos, pero que tuvo la habilidad de mantener a la Argentina del primer tercio del siglo pasado entre las primeras diez potencias económicas del mundo. Cierto es que a ello contribuyeron circunstancias como la primera gran guerra y sus recursos naturales; tan cierto como que el peronismo dispuso de otra guerra mundial, la segunda, y de los mismos recursos.
Pero hoy Argentina figura en el puesto 52, por debajo de Hungría, Lituania y Croacia según la proyección del FMI para este mismo año. Ese es el record logrado por el peronismo en sus diversas versiones neoperonistas, oficialistas, disidentes, etc. a lo largo de más de medio siglo trufado por cuatro golpes militares con sus dictaduras subsiguientes.
El destrozo perpetrado rompe todas las reglas de juego imaginables; suele ocurrir cuando la arbitrariedad se impone sobre la razón. Los reguladores de las bolsas internacionales en que Repsol-YPF cotiza y la OMC tienen harto trabajo de entrada para tratar de reponer las cosas en su sitio. Luego vendrán tribunales nacionales y los internacionales, y entre tanto el Gobierno del país tenido por más culto de la América Latina arruinará lentamente el patrimonio que pretende ahora administrar sin el concurso de quienes han apostado por su futuro, invirtiendo lo necesario para descubrir yacimientos ocultos y explotarlos, refinar, distribuir y hasta exportar en función del estado de los mercados.
No sería la primera vez que las gallinas dejan de poner huevos.
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