Federico Ysart el 10 jun, 2015 Puig y Oltra Estamos recién empezando, pero visto lo visto aquí y allá los debutantes en este baile de sillas deberían marchar a sus casas por pura vergüenza torera. No lo harán porque no tienen vergüenza. Leído el compromiso que el ciudadano Rivera ha allanado el camino de la futura presidenta de la Junta andaluza no he podido menos que recordar aquello que Muñoz Seca puso en boca de los infanzones asturianos de “La Venganza de don Mendo”: “Para lavar el baldón, la mancha que nos agravia Conde Nuño, henos de Pravia”. Eso, una buena pastilla de jabón de olor, es lo que se han cruzado los de Sánchez y Rivera para facilitar el alumbramiento de la futura presidenta, y mamá, andaluza. Porque las llamadas medidas económicas, de regeneración democrática y de cohesión social son como la primera carta que el niño escribe a los reyes magos de oriente. No deja de tener interés tratar de averiguar por dónde sale C’s. No hablemos ya de ideologías, cosa a estas alturas harto difusa, simplemente fijémonos en el talante que se adivina detrás de tanta ley, incluso leyes para simplificar leyes, tanto plan, tanta estrategia, tanta alianza… hasta un banquito, la Entidad Pública de Crédito de Andalucía, pide Rivera; setenta enunciados de cuatro líneas para hacer que hacen lo que hacen, unos y otros, como si compartieran programa y objetivos comunes. Mañana, cuando presenten un papel semejante a los populares de Madrid, ocurrirá tres cuartos de lo mismo. Conclusión, Rivera habrá conseguido de socialistas y populares lo que pocos saben explicar. ¿Por qué tal sumisión a una pura imagen? Porque esto no va de programas El espectáculo que socialistas y bolivarianos están dando en Valencia, un ejemplo más, roza lo escatológico. Sin miramiento alguno, la pelea del socialista Ximo Puig, eterno perdedor, y la nacionalista de izquierda Mónica Oltra por la presidencia de la Comunidad ha echado por tierra el acuerdo que ya tenían ambos partidos para desalojar de la alcaldía a la popular Rita Barberá. Lo que no terminan de entender los analistas alemanes, los británicos tampoco, es por qué tal despelote cuando los populares sacaron en aquella comunidad a los socialistas cien mil votos, y trescientos cincuenta mil a los de Compromís; y en el ayuntamiento de la capital, proporciones similares. ¿Es que los socialistas son nacionalistas, o viceversa? se preguntan. No; esto no va de pensamiento ni de programa, esto va de cambo de cromos. Ximo lo ha dejado claro como el cristal: ¿por qué mis votos valen para que tu candidato, Ribó, sea alcalde y tú no me das los tuyos para que yo sea presidente? Así son las cosas cuando no hay vergüenza. Política Tags Oltrapactos sin vergüenzaRiveraXimo Puig Comentarios Federico Ysart el 10 jun, 2015