Federico Ysart el 15 mar, 2016 En la Generalitat Convenientemente reblandecidas las estructuras de Podemos, Sánchez parece estar tanteando un cambio de pareja. Visto que Ciudadanos no le aporta la abstención de los populares ni tampoco el número de escaños necesario para ser investido, el mandamás de PSOE comienza a buscarse la vida por su cuenta. La visita al presidente de la Generalitat es un primer paso para comprometer los votos de los independentistas a cambio de una alusión tan descomprometida ante los ojos de su Comité Federal como suficiente para mantener en stand by el secesionismo de los Puigdemont, Forcadell, Junqueras, Colau y demás. Un acuerdo de este tipo le abrirían las puertas para recibir en el Congreso los votos de Podemos. Y éstos, junto a los nacionalistas periféricos, sí que le darían la mayoría para ser investido y formar un gobierno de izquierdas de verdad. Del populismo callejero a las instituciones. Naturalmente, los socios entrantes se cruzarían en la puerta con los Ciudadanos salientes, burlados por el pillabán que les arruinó su virginidad y rumiando sus palabras de despedida: “chicos lo nuestro no funcionó; así es la política, tiempo al tiempo, ya llegará el vuestro”. El cambio de parejas será jaleado por las nuevas formaciones del progreso que comienzan a campar por sus respetos a lo ancho de la España que ya soporta ayuntamientos con esa conjunción de gobierno, generalmente sin haber ganado elecciones, y que rompen contratos porque aquí mando yo, echan al Ejército de un Salón de la Enseñanza, tratan de adueñarse de la Catedral de Córdoba, acabar con los toros, etc. Para quienes generan valor con su trabajo, invierten su tiempo y recursos en nuevas empresas y otras iniciativas sociales o aspiran a vivir libres y mejor, se abre un espacio vacío de referencias y seguridad. Son la otra cara de la moneda sin la que no habría monedas, por cierto. Además, España en esas manos sería mirada con el asombro que cautivó en el siglo XIX a tantos viajeros europeos por este lejano país tan africano; toreadores, Carmen y los bandoleros de Sierra Morena. Como aquel don Jorgito el inglés, mr. Borrow, que ni una biblia lograba vender en nuestro suelo, el morenito Dumas del Conde de Montecristo, o don Próspero Merimée, que además de inventar a Carmen se trajo de París al pastelero Lhardy que haría fortuna con su restaurante madrileño, y tan amigo se hizo de la condesa de Montijo que su hija Eugenia consiguió de su marido y emperador hacerle Senador. De terminar así las cosas, de cobrarse los socialistas las piezas que ahora están bajo su punto de mira, una sentencia hay que le vendría pintiparada como leyenda o endorso de la marca Ciudadanos: “el corazón tiene razones que la razón no comprende”. Tan compuestos y sin novio… Volver a empezar no suele resultar fácil después de haber puesto tanto empeño en la aventura ahora fallida. O traicionada. Y al fondo, siempre España, la de Cervantes y Calderón, Castro y Sánchez Albornoz, Ortega y Madariaga. La de 1931 y la de 1978. Política Tags BorrowDumasmeriméePodemossánchez apunta a podemos Comentarios Federico Ysart el 15 mar, 2016