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El valor de Esperanza Aguirre

Federico Ysart el

Lo más difícil no es llegar; es decir adiós. Y ayer lo hizo la presidenta de la Comunidad de Madrid desde hace nueve años.

Esperanza Aguirre se va de la política activa después de haber ganado tres mayorías absolutas, 2003, 2007 y 2011 en otras tantas elecciones regionales, de haber presidido el Senado, de haber sido ministra de Educación y Cultura, teniente de alcalde del Ayuntamiento madrileño donde comenzó como concejala en la oposición; en fin, una personalidad política de largo recorrido, incapaz de ser encasillada en cuotas de género y demás mandangas. 

Su opositor en los últimos años, el socialista Gómez, dio ayer un buen ejemplo despidiéndola caballerosamente.

Otros rebuscaron divertidos vericuetos al paso dado, como la hilarante conclusión que extraía un reportero del periódico amigo de Rubalcaba: el haber comunicado su decisión al presidente de su partido, o sea Rajoy, antes de la rueda de prensa sería “prueba más que indiciaria de que tras su cese hay razones políticas, aparte de las que pueda haber de tipo personal“. Y no contento con tan aguda simpleza da pábulo a “la posibilidad de que Aguirre pretendiera echar un nuevo pulso a Rajoy…y la dura Aguirre se haya visto forzada a tirar la toalla“.

Así pretenden algunos medios escribir la historia de este país. Los políticos han de seguir uncidos al carro del que tantos se alimentan de por vida, y sólo les es permitido retirarse bajo el estigma de la derrota.

Nuestro país, y el impreso también, están demasiado acostumbrados a los largos períodos de mando en los que no se conjugan verbos como dimitir ni aposturas como la vergüenza torera.

Hecho al autoritarismo, le repele lo que huela a liberal. Y si se trata de mujeres, para liberales ya tiene en los anaqueles a Mariana Pineda y Clara Campoamor.

Aguirre es la piedra de escándalo en este contexto. Entró en el mundo político a través de un partidillo liberal y ha ejercido el poder con mano de hierro; acostumbra a decir lo que piensa; es abogada y funcionaria del Estado, hija, madre, esposa y abuela de una familia estructurada y soporta un cáncer. Una mujer singular. Guste o no, una persona de las que no abundan en la política nacional. Pero la libertad está para ejercerla.

Qué difícil es llegar a poder decir adiós, ¿verdad Esperanza?

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