Se lo cantaron las peñas ya en su primer toro: “…pero sigo siendo el rey”. La famosa ranchera izó a El Juli al trono de Pamplona, que lo sacó después en volandas con tres orejas. Merecidísima fue la número uno, tras una faena en la que anduvo muy por encima del toro de Victoriano del Río, que lidió una corrida tremendamente desigual, con algunos toros de espantosas hechuras. Otras dos se embolsó en el quinto -excesiva la segunda- para erigirse en el primer matador que abre la puerta grande pamplonica.
Trofeos peludos al margen, Julián López -que dos días antes había enseñado la perfección en Barcelona– demostró su poder y su mando, su dominio y su ley. La corrida no fue precisamente la mejor presentada de la feria (todo lo contrario), pero al menos dio la cara en el coso de la Misericordia, cosa que se ha echado en falta en muchas figuras G-10, ausentes de los sanfermines.
Toros Rosario Pérezel