Estamos en campaña, y en campaña se ha hablado poco de toros. Si comparamos ésta a la de las autonómicas del año pasado, en Cataluña los partidos no han dicho ni mu -valga el símil vacuno-. En las de hace un año, el PP catalán sí se acordó de los aficionados dolidos con la prohibición de las corridas de toros. Ya en precampaña, la presidenta de los populares catalanes, Alicia Sánchez Camacho, lanzó aquel esperanzador ultimatum a CiU: si los convergentes necesitaban el apoyo del PP, todo debería pasar por un replanteamiento de la abolición de la Fiesta.
CiU necesitó al PP, y de toros nada. Pasaron los meses, se programó la temporada, se vivió la que puede ser última Feria de la Mercè, los aficionados lloraron su luto en aquel 25 de septiembre, y de nuevo nos encontramos en campaña electoral. Pero esta vez no han llegado las promesas de los dirigentes del PP catalán. Ni de su presidenta ni de su cabeza de lista al Congreso, Jorge Fernández. Y CiU sigue necesitando del PP, y más que lo puede necesitar, que para algo Duran no para de hacerle guiños por lo que pueda suceder tras el próximo domingo.
Sólo una referencia a los toros. Palabras alentadoras del que se encara como próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy: «Defenderé las corridas de toros, incluida Cataluña. No se puede obligar a nadie a ir a los toros, pero tampoco se puede prohibir». Buenas palabras que resumen el sentir de muchos, palabras que quiero creerme, que todos los aficionados quieren creerse, y que quiero además que las hagan suyas los mentados Jorge Fernández y Alicia Sánchez Camacho, sobre todo para que se las apliquen después de la campaña, cuando los nacionalistas de CiU, ahora tan gallitos ninguneando las indemnizaciones, necesiten asirse a la marea azul.
Toros Ángel González Abadel