Ha muerto «Muroalto», el único toro al que se ha perdonado la vida en la plaza de Illumbe. El único hasta el momento y puede que para siempre porque, pese a la esperanza de mantener las corridas en San Sebastián, con el voto a favor de la oposición, el alcalde de Bildu continúa con sus triquiñuelas para impedirlo.
Han pasado ya siete años desde el indulto de «Muroalto», «Murallón» en los carteles de mano. Veintiuno de agosto de 2005. El pañuelo naranja asomó por el balconcillo de la presidencia. Los tendidos, poblados de pañuelos blancos, estallaron de júbilo en la libertad de su afición.
Aquel toro de Victorino Martín, que añadía un capítulo más a su gloriosa y brava trayectoria, se había ganado la vuelta a la dehesa de la mano de Juan José Padilla. Hijo de «Murallona» y «Malagueño», el ejemplar de la A coronada ha disfrutado de los mimos en el campo y de un harén de vacas. Su legado de casta ya lo han heredado sus descendientes, como aquel lidiado por El Cid en las pasadas Fallas o el premiado en Santander. Que siga la casta y la Fiesta.
Otros temas Rosario Pérezel