La última guerra que movilizó a los poetas fue la guerra de Vietnam. Desde entonces las guerras se han convertido en algo tan sórdido que han dejado de interesar a las musas. Tal vez habría sido mejor que hubiese sido así desde el principio. La guerra trae demasiado sufrimiento como para convertirla en un objeto de inspiración como el amor, el amanecer o el mar.
Muchos poetas norteamericanos de aquellos años escribieron poemas en contra de la guerra de Vietnam en los que se entremezclan su rechazo a la guerra y al sistema, los resabios del movimiento beatnik y sus deseos de crear otro tipo de sociedad más pacífica y más fraternal.
Uno de los poemas de protesta más emblemáticos es “Wichita Vortex Sutra” de Allen Ginsberg. “Wichita Vortex Sutra” tiene algo de encantación profética. De alguna manera así fue como se concibió, a la manera de los profetas iluminados que de repente se ponían a profetizar. En un trayecto en autobús de Nebraska a Kansas realizado en 1966, Ginsberg se puso a recitarla ante un magnetofón. He leído quién encuentra el poema whitmanesco. Yo diría más bien que es anti-whitmanesco. El tono profético está ahí, pero la realidad que canta es muy distinta:
“(…)Todo lo hacemos por esta cosa asustada
Que llamamos amor, falta y ausencia-
Miedo de que no seamos aquél cuyo cuerpo podría ser
Amado por todas las novias de Kansas City,
Besado entero por cada chico de Wichita
(…)
Alzo mi voz con fuerza,
Hago un Mantra en idioma americano ahora,
¡Aquí declaro el final de la guerra!
Que los Estados tiemblen,
Que la nación solloce,
Que el Congreso legisle a su gusto
Que el Presidente ejecute su propio deseo-
Esta Ley hecha por mi propia voz,
Publicada por mis propios sentidos,
Benditamente recibida por mi propia forma
Aprobada con placer por mis sensaciones
Manifestación de mi mismo pensamiento
Realizada en mi propia imaginación
Todos los reinos dentro de mi conciencia satisfechos
(…)
Lenguaje lenguaje
Portazos del Ejército USA
Lenguaje lenguaje
Número de muertos Cong [se refiere a la guerrilla comunista del Vietcong]
Ha subido a 100 en el Sector de la División
Primera de Caballería Aérea
Lenguaje lenguaje
Operación Ala Blanca cerca de Bong Don
Algo del
Lenguaje lenguaje
Comunista
Lenguaje lenguaje soldados
Cargaron con tanta desesperación
Que les golpearon seis o siete balas antes de caer
(…)
Muchos otros han sufrido muerte y locura
En el Vórtice de Hidráulica
Hasta el final de la 17- ¡basta!
La guerra ha terminado ya
Excepto para las almas
Mantenidas prisioneras en Negroburgo
Todavía anhelando el amor de tus tiernos cuerpos blancos ¡oh hijos de Wichita!”
Robert Bly creó la organización “Escritores americanos contra la guerra de Vietnam” y estuvo detrás de todas las lecturas poéticas contra la guerra que se organizaron en EEUU. A la hora de leer este poema suyo, hay que recordar la obsesión del Ejército norteamericano por contar el número de bajas enemigas. Estaban convencidos de que existía algún número mágico de bajas a partir del cual los norvietnamitas y el Vietcong se desmoralizarían y pedirían la paz.
“Volvamos a contar los cuerpos
Si tan sólo pudiéramos hacer los cuerpos más pequeños,
Del tamaño de calaveras,
Podríamos hacer una llanura toda blanca con las calaveras a la luz de la luna
Si tan sólo pudiéramos hacer los cuerpos más pequeños,
Tal vez podríamos encajar
Los muertos de todo un año delante de nosotros en una mesa de trabajo.
Si tan sólo pudiéramos hacer los cuerpos más pequeños,
Podríamos encajar
Un cuerpo en un anillo como recuerdo para siempre.”
Según Bly, el primer poema realmente bueno sobre la guerra de Vietnam, fue el que escribio en 1965 el sueco Goran Sonnevi. Transcribo un fragmento:
“(…) hace unas pocas semanas
La CBS entrevistó a pilotos
De helicóptero americanos. Uno de ellos
Describió el alivo que sintió
Cuando finalmente alcanzó
A un”VC” [guerrillero del Vietcong]; los cohetes
Lanzaron hacia adelante
como tres metros al VC. No hay duda
de que tendremos más nieve hoy,
Dice mi vecino, vestido de negro,
Camino del trabajo. Embalsama
Y es vigilante de noche
En un manicomio. (…)
(…) Hasta ahora
Estiman que 2 millones han muerto en Vietnam.
Aquí casi nadie muere
Salvo por razones personales. La economía
Sueca no mata
A muchos, al menos
No aquí en casa.”
Incluso Bob Dylan, convertido en escritor por gracia de la Real Academia Sueca, tiene composiciones sobre la guerra de Vietnam, que ya no sé si llamar canciones o poemas. Una de ellas, de 1962, es ‘Maestros de la guerra”, cuyo inicio transcribo:
“Venid, maestros de la guerra
Vosotros que producís todos los cañones
Vosotros que producís todos los aviones de muerte
Vosotros que producís todas las bombas
Vosotros que os escondéis detrás de los muros
Vosotros que os escondéis detrás de las mesas
Sólo quiero que sepais
Que puedo ver a través de vuestras máscaras”
Literatura